Geogia O´Keefe, Blue II, 1916 (Georgia O’Keeffe Museum, Santa Fe, New Mexico)
POETAS DE ROSARIO XXX
Todos los poemas aquí publicados pertenecen al libro: Retrovisor / Espejo (La Pulga Renga, Rosario 2012)
Señal
Los siete ojos de la noche
me alejan. Quién sabe si el principio no comienza en mí. Escuché lo que suspiran las estrellas, y es mágico; una suave cadencia que tiene
reflejo, no un desperdicio. Noche de una voz iluminada en el silencio.
Respiro en la tierra
dormida, dónde mis huesos son mi sombra.
Música
del aire.
Tal vez, podría nombrar la noche
en su luminosa nube de ausencia
o, quizás la tibia placidez de descansar
sobre un poema.
Tras el almendrado mar,
el suave aleteo de la letra
de la muerte
respira en un coral de espuma.
Podría nombrar la caída del color
en el denso desandar de la piel,
ese baile de bellas barcas.
O,
Tal vez
lo que enmudece mudando al silencio
en azulados gritos, abra en el
luminoso foso de mi edad
el eco de un dios que aún persiste,
un ajeno viaje en lo lejano.
Y los
días crecen largos como fantasmas
de un barco hallado en la esquina,
es un destello que desprende colores
en la quietud de una ciudad antigua
Algunas veces bebo de la sospecha
de haber perdido los ojos en la sombra de un
árbol
Y a veces tiemblo sin sonido,
y a veces respiro las tormentas, allí mismo
donde se gestan.
La tortuga de tres cabezas camina por el borde
sur de la ribera
y exhala al mundo
Y desaparezco en tu cuerpo y me siembro en tu nombre.
Conozco el camino para escapar del polvo y anochezco
siempre.
Afuera del tiempo, un hombre se encuentra
en el calmo paisaje de la música
y alivia su vuelo en la suave despedida de lo
que fue
y cuando no halle a nadie, a nadie que calme
este apetito,
la luna sobre los cables besará la oscuridad
y
estallaré en la pupila de la noche
a L.
Elevado desde el silencio
traspaso las muñecas secándose en las
ventanas,
y cuando todo se derrita a través de la
cicatriz de la tarde,
la puerta de la noche,
como un relámpago, descubrirá al imán
que vibra en mi corazón.
Nacimos en este hogar deslizándonos.
Desde afuera de mis hombros,
el pasajero en tu mirada descubre
al río trasladando el secreto encanto
del rumor de un grillo revelando al universo.
Nacimos
en este hogar paseando
El espejo en que te disuelves abriga
la quietud de una rama encendida en la
plenitud
de su viaje.
Al alba estallaré en mil átomos de luz
silenciosa
y mis manos se envuelven en la sustancia de la
espera
de una plena danza que nos atraviese.
Georgia O´Keefe, Series I, Nro IV, 1918 (Städtische Galerie im Lenbachhaus, Munich)
Cuando todo nazca, el desierto se abrirá
sobre tus párpados
Cuando todo nazca, sentiré la breve noche
en el pulsar de la suave brisa
Cuando todo nazca, el deseo estallará
sobre los márgenes de tu piel
Y así, el mundo seguirá bailando
Cuando todo nazca, la sombra de los cuatro
vientos
suspirará lo que nadie dice
Cuando todo nazca, la luz se filtrará
a través de un agujerito por la ventana
y será suficiente
Cuando todo nazca, la batalla enterrada en la
palma
de mi mano, tejerá la red dónde
la
cálida
caída
del cosmos descansará
Y así, el mundo seguirá bailando
Durmiendo al filo del mundo, la palabra
ilumina ahí,
dónde el pulso del sol late
en
mi piel
La selva se hunde sobre el silencio de tus
ojos,
Y voy cayendo
hacia el umbral del
aire
y así, todo estallará,
restos del
paraíso disueltos en la calle
En el sonido del universo, despierto
(*) Federico
Rodríguez, Rosario, 1978.
“Comencé a leer en la primaria y hasta ahora
no me detuve. Comencé a escribir en la adolescencia y a
veces me detuve”.
Publicó: Perenne
Imperfección (Edit. Serapis, Rosario, 2003),título que remite a un verso de
César Vallejo que “robé sin disimulo”. Retrovisor
/ Espejo (La Pulga Renga –colectivo editorial-, Rosario, 2012).
Integra el colectivo editorial La Pulga Renga.
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