
Edward Hooper, House by the railroad
(MOMA, New York)
POETAS DE ROSARIO IV
permiso de demolición
1573/07
vamos por Rioja hacia el oeste
y la hora no ayuda
recortamos con las manos lo visto
porque
el sol que cae delante
duele
pero a diestra
con ventanal abierto
y un disparo en el pecho
nos gime la casa
de mansarda y gris poroso
de lagrimal cemento/
lugar de los pájaros
que aún buscan
una escuadra hacia el norte
para apoyar
el vuelo intermitente /
toda la casa
nos gime sus trajines
y vuelve
la que colgó cortinas limpias
e hinchadas de almidones
y está muerta
como lo está el amor en las
bohardillas
y en la mayólica
verdirrosa de Italia/
los niños tientaparedes
-gallinas ciegas-
son seres que tantean
sus vacíos/
desnudadores
han borrado las huellas
del empapelado desprolijo
de la infancia /
y la venden con todos
los espíritus adentro
valor agregado
que hace vibrar
la casa en aire
su último coloquio
de costillas expuestas
Cristo urbano /
el cartel es de chapa
daga el anuncio en obra
y consentimos
con ojo recortado y sol de oeste
lo cayente y lo solo.
adiestramiento
a mi madre
alguna vez salí por el vano
por donde entrábamos juntas a la vida/
todos los santos días
vos me enseñabas con paciencia
cómo se atravesaba
el vano
cómo se cerraba la puerta tras el paso
y se daba vuelta la llave,
vos aplicabas una fuerza esencial
en tu maestría de rumbos/
yo supe siempre
que el paso era hacia adelante
y vos reías
con tus ojos azul inmediato
y fulgurante
y aunque fuera tu estómago
el dolido
vos reías y me dejabas sola
que cruzara al afuera/
y tu mano
hierro vítreo
me sostuvo de lejos/
yo que iba
vos que estabas/
nadie lo sabe ahora
que te tengo
de mi sangre y en tanto parecido
somos una
envejezco y estás
riendo con tus ojos azules inmediatos
que me dicen
que el paso es hacia adelante
aunque dé miedo
el aire solo de la calle/
tu llamado sigue siendo
el primero del día y lo atiendo
en silencios hablados/
ahora que soy
la que doy rumbos
abro la puerta
y todavía me enseñás.
Mandato del Día
hoy me he levantado
con afán de limpieza
he abierto todas las canillas de la casa
he volcado las ollas
sobre el piso
he vaciado una pila de botellas inútiles
he logrado hacer un mar
en medio de la rutina
he nadado
he muerto ahogada
he salido ilesa
he enjuagado tu risa
la he estrujado hasta dejarla
sin rictus
me he demorado en ello
el agua siempre lleva
y no he querido
olvidarme del miedo.
Aguas
no te gusta
ni el agua de rosas
ni el agua de azahar
ni el agua que cae sobre lo resquebrajado
y no podés detener
porque no es agua
es tiempo comiendo
el poco techo de los días
no te gusta
ni el agua de rozar
ni el agua del azar
y tal vez
sólo unas gotas
harían que el centro del corazón
dejase de llorar
Y quien viaja
deja esas razones de los días igualesbusca encontrar
dentro de si
augurios de los otros
necesarias voces de despedida
es bueno irse para saber que se vuelve
y aún para saber cómo es
ese entuerto de los chau
de cierro la puerta por un tiempo
de abro una distancia
de que lejos sirve para estar cerca
de que es bueno ver llover en otro sitio
y que el cielo cambia según los hemisferios
y quien viaja
hace espacios de espera entre dos vuelos
y allí se ve tan bien la vida
que casi es ajena y la repasa bajito
como una confesión en muchedumbre
y quien viaja
anda/cruza/repara en otros
deja esa caparazón de calle segura
y se arroja al vestigio
de los pasos ajenos
con el cuerpo deseante
de escrituras casuales.
1 comentario:
Los poemas de Ana cuentan con esa cualidad, conmueven, llegan sin intermediario al alma, calman la sed.
Permiso de demolición es para mí una página selecta, compartimos el gusto. gracias por tu comentario
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