OTRAS VOCES, OTROS ÁMBITOS

lunes, 1 de abril de 2013

EDUARDO D'ANNA (*), POETA INVITADO



 
Tatiana Samóilova en el film ruso "Pasaron las grullas" (1957)


























Poetas de Rosario XXXIII


Poemas para Chiro

GRULLAS

Pasaron las. Film. Tatiana
Samóilova, jugando al ping-pong
en pantalones, en un documental
soviético. Hermosa. La película
la vi mucho después. Grullas, nunca.


AUTOS

El auto era algo que, parece,
se había tenido. El auto
aparecía en los viajes, entre
polvaredas, se iba armando
alrededor; siempre que no se fuera
en tren, naturalmente.
Pero ya era pasado legendario.
La entrada, despacio, a un taller.
El regreso a pie.
La tarde que caía
al fondo de la calle.


BOGA

¿Que una comida fuera
peligrosa? Las espinas,
con cuidado, decía
mi padre, y yo imaginaba
terribles sufrimientos,
inauditas postergaciones.
¿Por qué complicarse
la vida así? pensaba.
Si hay otros platos...
El peligro, el peligro,
subido a nuestra mesa.


LUZ

Luz. “No hay luz”,
dice, probablemente,
mi madre, levantando
y bajando el interruptor
un día que hubo
corte: y así yo aprendo,
cuando no hay,
qué es la luz.


NÚMEROS

El dieciocho era un tranvía.
El tres eran estrellas con nombre
propio. Mi mamá
no quería decir dos veces
las cosas: de ahí, también,
la unidad; de ahí la decena,
la centena. Pero cien
era “cien por hora”; o sea,
Fangio. El dos era
asimismo “tomate
el dos”, echar a alguien.
Cuatro llegaron a ser
amigos, malas notas,
lo demás era más bien
incomprensible.

 
PUERTO

Puerto no era puerta.
Éste estaba fuera. Llegaba
el hollín del puerto. “Es
el hollín del puerto”, decía
mi madre. Sería
de las chimeneas
de los barcos. ¿Y cómo
sabía yo que en el puerto
había barcos? Posiblemente
lo había leído. En el puerto
ya no había barcos.
O, por lo menos, así
lo decían todos. ¿Y el
hollín? ¿Y las sirenas
de los barcos, que gritaban
el Año Nuevo? Un día,
al final, fuimos al puerto:
había grúas, había sol, había
galpones. A lo mejor
también había barcos.
No me acuerdo.


(los poemas aquí reproducidos son inéditos)



(*) Eduardo D’Anna nació en Rosario (Argentina) en 1948.  Ha publicado una docena de libros de poesía, los ensayos “Nadie cerca o lejos” y “Capital de anda”, sobre la cultura de su país y el papel de su ciudad en la misma, y una novela (La jueza muerta, Ed. De la Flor, Bs. As., 2001). Los poemas aquí reproducidos pertenecen al libro inédito: “Etimologías”, del cual ha señalado el autor: “así como San Isidoro quería hacer la historia del mundo haciendo la historia de las palabras, yo quise hacer algo así como la historia de mi vida contando cuando aprendí lo que quería decir cada palabra”.