OTRAS VOCES, OTROS ÁMBITOS

sábado, 9 de junio de 2018

EL LIBRO ANTERIOR - Sara Gayoso



Gayoso, Sara (Este Carnaval editora, Rosario, 2017)

































Mis brevísimas notas a El libro anterior


Sara Gayoso, El libro anterior (Este Carnaval editora, Rosario, 2017)


El libro anterior, primer volumen publicado de Sara Gayoso, por el sello rosarino Este Carnaval que dirigen Cecilia Garavelli y Mariano Tonero, contó con aportes del programa Espacio Santafesino al fomento de producciones culturales.


Desde su título, el libro se abre como una caja de sorpresas. Anterior a qué, cabe preguntarse, y acto seguido intuir e intentar decodificar la intriga: si este libro, que es el “anterior” pero primero publicado, se ofrece, entre otras variedades, como un armado fuera de molde apelando a la mezcla de géneros y registros de escritura y tonos diversos, ¿qué nuevas emociones podrá despertar en eventuales lectores, la escritura que siga a esta, que es la anterior, que a su vez ha de haberse moldeado sobre alguna otra, anterior a él? En nota publicada en el semanario El Eslabón, edición 306, leemos: “Proponer un libro anterior no pretende ser origen, porque no hay un primer libro, sino una cadena interminable e infinita de libros pero hacia atrás, y cada primer libro que se escribe, se escribe en el que lo precede”.  

Dentro del límite que proponen las cubiertas de un libro-objeto cuya delicada  factura responde a un amoroso tratamiento artesanal, en las secciones que lo componen conviven la narrativa (microrrelato –Brevities- y cuento breve -Cuentos-), la poesía –Estrofario- y un Epílogo.

Me detengo en los Cuentos, en su notable variedad temática, de voces y tonos, en los registros múltiples de niveles de lenguaje: “Breteles” alude a una mujer fuera de tiempo que celebra un su reencuentro con la fe: “Isabel pensaba que la gente encontraba en la escritura de los altares, la visión y la medida de su esperanza”. La herida en su hombro, que ha soportado el peso compartido del altar que lleva al santo durante la procesión, así como la presión del bretel de su vestido se vincula como metáfora de la otra herida que no acaba de cicatrizar: la de sus deseos más hondos, incumplidos.

“Azúcar en terrones” es la imposible reconstrucción de un abuelo borroso en la memoria, relato donde los silencios pesan más que aquello que se dice, donde “los signos llegados hasta ella como cuentos fantásticos”, permiten rearmar tramas que, sin embargo, no alcanzan.
“Fidel”, en su anécdota casi trivial, reproduce todo lo que cabe en una frase hecha, frase en la que cabe un destino o el misterio de las coincidencias.

Sara Gayoso explora tonos diversos, desde lo íntimo, casi un susurro en “Tres inviernos”, hasta un lenguaje brusco y marginal como el que se lee en “Murga”.


Siguiendo las palabras de leídas en  Epílogo, decimos que basta “…sólo el gesto mínimo de la extensión de tu mano…” para que ocurra el milagro. Tomarlo, abrirlo y leer o releer cada párrafo de El libro anterior, de Sara Gayoso, nos estará diciendo algo, agregando, quitando o modificando. Suficientes razones para tener cerca nuestro ejemplar, al alcance, en la biblioteca.



Aquí, tres microrrelatos, tomados de la sección Breveties


FALLIDO


Alguien a tientas camina sus diarias preguntas; alguien a tientas se invita un café casi sobre el mediodía; alguien a tientas afina una canción que alguna vez lo llevó; alguien a tientas mira el paisaje de su ciudad a través de neblinosos ventanales; alguien a tientas pone un color sobre otro y define una mancha; alguien a tientas descubre la palabra cien; alguien a tientas intenta que sea poesía.


PALADAR


No sabía que los mapas tuviesen sabores, los amargos sabores de la lejanía; nunca supe que las lejanías los tuvieran, los acres y ácidos de tu ausencia, ni que ella, tu ausencia y no cualquier otra, a veces fuese tan dulce.


LAZOS



Tenía puesto un vestido celeste, vaporoso, con lazo en la mitad de la espalda, y el día era de verano, fresco de brisas con perfume de flores lilas, que venían de nadie sabía dónde; y daba vueltas y era feliz y giraba mirándose los zapatos Guillermina, blancos, de cabritilla y giraba y era feliz y e pelo le tiraba en el lazo de la mitad de la cabeza y el pelo vaporoso se ondulaba en cada giro celeste y era feliz.