OTRAS VOCES, OTROS ÁMBITOS

lunes, 15 de noviembre de 2010

IRENE MARKS


False mirror, René Magritte

OTRAS VOCES, OTROS ÁMBITOS (*)

Entonces

a Michael Noble

El viento tiene frío. Y es de noche en la mitad de mí.

Sombras de grandes bestias

y las llamas del fuego descubren las paredes de la cueva por ratos.

Brillan tus ojos y estás, naturalmente,

rodeado por la niebla, mirando desde el hueco de los tiempos las

primeras estrellas.

En un rincón cercano llora un niño que tal vez yo conozca.

Y se cierra la puerta.


Ongamira: palabras de la roca

Las palabras de la roca son

LEVA MANJÁ

Y hay una apertura triangular

y allí penetra el río

y se entra en la cueva:

se ve llegar la sombra que conduce la barca

y allí arrojan las blanquísimas flores

para la travesía:

LEVA MANJÁ

Soy el barquero y la sombra, penetro, estalla la luz.

Arcos Cegantes – La otra zona es una montaña de grandes

dedos de Sol por detrás de la cueva

LEVA MANJÁ

Y tuve que partir cuando estallaba la luz – trozos de luz sólida como dedos del cielo.

Por detrás de la cueva, por el río se llega a la zona de los Colosos

y los Templos Inconmensurables, donde el aire

canta con sonido de estrellas aún al mediodía.



Ongamira II

Sobre la roca edifiqué mi casa

y era en tiempos de tribu.

(las palabras son llaves para abrir una puerta– mi casa aún está allí.)


Esto te digo – todo sigue en el fondo de la oscura montaña,

detrás de siete puertas que apenas se deslizan

donde el Sol no está muerto,

vela la roca el Valle de los Altos Colosos

– cuando el silencio canta en Ongamira.


La constelación de las angustias

Se oyeron unos tiros anoche./Se oyeron del lado

del Cementerio./Nadie sabe a quién mataron, o

los mataron./Nadie sabe nada./Se oyeron unos

tiros anoche./Eso es todo.

Ernesto Cardenal


Toca la constelación de las angustias – aún camina la nieve

sobre los soles de la sangre, aún el aire se disuelve en

gargantas de roca que se cierran donde ninguna voz resonaría:

Pero huella la voz, pero huella de huellas – nadie dice que el pan

avanza en el sendero donde toda esperanza se abandona

Y hay un río, una luz de reflectores apagados sobre las burbujas

que levanta la respiración de los fantasmas.

Y qué de los que ya no lloras ni gritas ni recuerdas

¿Y qué de todos los que anduvieron por el mismo camino y se

dieron la mano y la piel y el amor de los ojos?

Sólo huella la voz, sólo huella de huellas tan largamente uniendo

los silenciosos gritos de su sangre, que viajan por senderos que

se alejan después del estallido en las encrucijadas – un trozo de

sus ojos es la muerte que canta en tu costado

Sin embargo, huella de huellas la senda de los ríos donde la

sangre se estrellaba como cielo sin límites.

Toco la constelación de las angustias y se transforma en

círculos brillantes, en sonrisas hermanas que me besan la piel como

también hay algo en mí que se desprende y acaricia los sueños

de los que van por el camino rojo, los que atravesaron el centro

de la noche cuando la voz se abría entre los brazos, ellos, los

que se alejan luego del estallido de las encrucijadas.

(del libro Origen, ediciones Patagonia, 2009)

(*) Irene Marks es escritora, profesora de ingles y castellano, literatura y latín. Si bien vive en Buenos Aires donde desarrolla sus actividades profesionales, viaja a Capilla del Monte ,y especialmente a Ongamira, con asiduidad. Irene publicó hasta el momento tres libros: Presencias, Ediciones Kargieman, 1982; La Hermandad Galáctica ,Ediciones La Lámpara Errante, 1984; Origen, Ediciones Patagonia, 2009