OTRAS VOCES, OTROS ÁMBITOS

sábado, 31 de diciembre de 2011

BIENVENIDO 2012

En Sydney (Australia), las miles de personas que se congregaron a media tarde en los alrededores del edificio de la Casa de la Opera celebraron allí la llegada del Año Nuevo. Un show de fuegos artificiales iluminó el cielo a las 10 de la mañana hora local de Argentina, 12 de la noche hora local en Sydney.
Miro las fotos, el show ha sido espectacular; pienso en mi hija que en la otra mitad de la naranja planetaria (Melbourne, Australia), duerme, recién estrenado el año, pasada la fiesta.
Renuevo la esperanza y por qué no, la confianza: espero aquí, de pie en esta otra cara de la naranja, la partida del año viejo, la llegada del año nuevo.


Fotografías: agencia EFE










sábado, 24 de diciembre de 2011

NAVIDAD 2011

A los lectores de mi VUELO DE NOCHE.
Por un real re-nacimiento, un re-nacer a lo mejor de nosotros, a lo mejor de mí, de tí, de ellos, de todos. Por un mundo mejor.


domingo, 18 de diciembre de 2011

ROBERTO GLORIOSO


Joseph Mallord Willliam Turner (1775-1851)
Sunset (circa 1830-35)



OTRAS VOCES, OTROS ÁMBITOS (*)

Los poemas aquí publicados pertenecen a Tierra no prometida (Último Reino, Buenos Aires, 2008)


5

Hogueras a orillas

del mar.

En nombre de quién resplandecen.

Nadie responda.

La humanidad del fuego

relumbrará

------------ -desierta.


16

Todo a ciegas.

Sin descifrar

manojos del más allá

con su lámpara.


17

La casa extiende plataformas

para el salto

a los cuartos más oscuros.

---------Hay quien

no mira hacia abajo.

………….Y se atreve.


19

Golpea una puerta de alabastro.

Por ahí cruzan precipicios

con intención de salto.


21

Apuntes de brasa.

Desde esa

…………rompiente de luz

la ausencia que más duele

hace su entrada.


25

Porque lo condenan

a yacimientos de luz

……aún embiste

perfiles de ceguera.


39

Solo trae arena para

ampliar su desierto

que es ahora su alma

…………………….y dice

ojalá me pensaras

levantando piedras

para construir la casa.


(*) Roberto Glorioso nació y vive en Azul, Provincia de Buenos Aires. Narrador, poeta y dramaturgo, ha publicado Los olvidos imperecederos (1979), Comuniones de silencio (1984), Lejanías conjuradas (1988), Playa de mediaciones (1997), Música de guerra (2000) y Astillas (2004).
Es autor de las Hojas de Sudestada números 83, 117 y 142, de los Cuadernillos del mismo sello: Campo de batallas, Otras cercanías de lo humano y Los ángeles prohibidos. Del Desplegable de Sudestada: Apuntes de intemperie, y de las Plaquetas Poemas y Espacios de agua de Editorial Arché; en Summa Poética de Editorial Vinciguerra, Enunciados del desierto (2005) para la colección Poetas Contemporáneos.
Obtuvo el Tercer Premio de Poesía de la Subsecretaría de Cultura de la Provincia de Buenos Aires, Mención de Honor de la Sociedad de Escritores de la Provincia (S.E.P.), Mención de Honor de la Fundación Acero Savio y la Faja Nacional de Honor de la Asociación de Escritores Argentinos.
Poemas suyos integran numerosas antologías.
En la actualidad, es Secretario de Cultura y Educación de la Asociación Bancaria Seccional Azul.

viernes, 9 de diciembre de 2011

DESDE TODO EL SILENCIO



Antología virtual de Escritoras Argentinas (poesía)
MOVIMIENTO INTERNACIONAL DE ESCRITORAS
"LOS PUÑOS DE LA PALOMA"

Selección: Norma Segades Manias
Editorial: "Los puños de la paloma"

http://antologiaescritorasargentinas.blogspot.com/

Mi página en el libro virtual:

http://antologiaescritorasargentinas.blogspot.com/2011/12/marta-ortiz.html

domingo, 4 de diciembre de 2011

NICANOR PARRA

PREMIO CERVANTES 2011




HAY UN DÍA FELIZ

De Poemas y antipoemas (Santiago, Nascimento,1954)


A recorrer me dediqué esta tarde

Las solitarias calles de mi aldea

Acompañado por el buen crepúsculo

Que es el único amigo que me queda.

Todo está como entonces, el otoño

Y su difusa lámpara de niebla,

Sólo que el tiempo lo ha invadido todo

Con su pálido manto de tristeza.

Nunca pensé, creédmelo, un instante

Volver a ver esta querida tierra,

Pero ahora que he vuelto no comprendo

Cómo pude alejarme de su puerta.

Nada ha cambiado, ni sus casas blancas

Ni sus viejos portones de madera.

Todo está en su lugar; las golondrinas

En la torre más alta de la iglesia;

El caracol en el jardín, y el musgo

En las húmedas manos de las piedras.

No se puede dudar, éste es el reino

Del cielo azul y de las hojas secas

En donde todo y cada cosa tiene

Su singular y plácida leyenda:

Hasta en la propia sombra reconozco

La mirada celeste de mi abuela.

Estos fueron los hechos memorables

Que presenció mi juventud primera,

El correo en la esquina de la plaza

Y la humedad en las murallas viejas.

¡Buena cosa, Dios mío! nunca sabe

Uno apreciar la dicha verdadera,

Cuando la imaginamos más lejana

Es justamente cuando está más cerca.

Ay de mí, ¡ay de mí!, algo me dice

Que la vida no es más que una quimera;

Una ilusión, un sueño sin orillas,

Una pequeña nube pasajera.

Vamos por partes, no sé bien qué digo,

La emoción se me sube a la cabeza.

Como ya era la hora del silencio

Cuando emprendí mí singular empresa,

Una tras otra, en oleaje mudo,

Al establo volvían las ovejas.

Las saludé personalmente a todas

Y cuando estuve frente a la arboleda

Que alimenta el oído del viajero

Con su inefable música secreta

Recordé el mar y enumeré las hojas

En homenaje a mis hermanas muertas.

Perfectamente bien. Seguí mi viaje

Como quien de la vida nada espera.

Pasé frente a la rueda del molino,

Me detuve delante de una tienda:

El olor del café siempre es el mismo,

Siempre la misma luna en mi cabeza;

Entre el río de entonces y el de ahora

No distingo ninguna diferencia.

Lo reconozco bien, éste es el árbol

Que mi padre plantó frente a la puerta

(Ilustre padre que en sus buenos tiempos

Fuera mejor que una ventana abierta).

Yo me atrevo a afirmar que su conducta

Era un trasunto fiel de la Edad Media

Cuando el perro dormía dulcemente

Bajo el ángulo recto de una estrella.

A estas alturas siento que me envuelve

El delicado olor de las violetas

Que mi amorosa madre cultivaba

Para curar la tos y la tristeza.

Cuánto tiempo ha pasado desde entonces}

No podría decirlo con certeza;

Todo está igual, seguramente,

El vino y el ruiseñor encima de la mesa,

Mis hermanos menores a esta hora

Deben venir de vuelta de la escuela:

¡Sólo que el tiempo lo ha borrado todo

Como una blanca tempestad de arena!



Breve nota biográfica:

Nicanor Parra Sandoval
es un poeta, ensayista y narrador chileno nacido en San Fabián de Alico el 5 de septiembre de 1914, conocido sobre todo por crear la antipoesía: una expresión lírica que pretende romper con los principios tradicionales de la poesía. No es el único artista célebre de su familia, siendo también muy conocidos sus hermano de Roberto, Violeta y Eduardo.

Nicanor estudió en el Liceo de Chillán y se licenció en Matemáticas en la Universidad de Chile, en 1938 (estando en el Liceo de Chillán huyó de su casa y pudo terminar sus estudios secundarios en el Internado Nacional Barros Arana, gracias a una beca) . La obtención de otras becas le permitieron ampliar sus conocimientos en Estados Unidos y en el Reino Unido, años que son fundamentales para la gestación de su visión poética. Mientras estudiaba publicó su primer “anticuento”: Gato en el camino, en una revista que él mismo había fundado. Su primer poemario, Cancionero sin nombre, tenía reminiscencias de García Lorca, y con el segundo, Poemas y antipoemas, queda ya patente su animadversión hacia la poesía tradicional y sus reglas. Aparte de su labor literaria obtuvo varias menciones y premios por su trabajo como matemático y físico; como escritor ha recibido el Premio Nacional de Literatura chileno en 1969, el premio Juan Rulfo en 1991, el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana de 2001; y tiene varios doctorados honoris causa. En 2011 se le concede el Premio Cervantes, máximo galardón de las letras hispanas, como reconocimiento a toda su carrera.

domingo, 27 de noviembre de 2011

ROBERTO RETAMOSO (*) POETA INVITADO

"La biblioteca de Babel", 2004, por Miháy Bodó (Budapest,1957), artista residente en Barcelona.

POETAS DE ROSARIO XXII

Los poemas aquí transcriptos pertenecen a "Teoría de la lectura", nuevo libro de poemas de Roberto Retamoso (Editorial El ombú bonsai, Rosario 2011) que se presentará el próximo 2 de diciembre en el Museo Estévez -Santa Fe 748, Rosario-, a las 20)


Biblioteca

Desplegados en filas regulares

los libros yacen sobre los estantes que,

atravesando las paredes del estudio,

trazan unas paralelas que jamás

podrían rozarse. Profundas,

esas líneas que los estantes dibujan

de todos modos parecen converger

en ese punto remoto

donde la perspectiva tridimensional

se sostiene. El espectáculo

de los libros alineados se vuelve así

un espectáculo paradójico,

cuando la mirada recorre su sucesión

hasta perderse en el punto virtual

donde todas las líneas desembocan.

Pienso, entonces,

que la biblioteca obedece a un orden

fantástico y secreto,

inmóvil y móvil a la vez:

inmóvil en la yacencia eterna de los libros

sobre los estantes,

móvil en el desplazamiento que su visión

produce cuando los miramos. Así,

el movimiento de lo inmóvil

deviene en una paradoja

donde resuena el nombre de Zenón

y entre sus sonidos,

el de Borges. Porque ese punto

donde todos los libros confluyen

no es más que un Aleph textual,

ese vocablo único donde el universo

todo

se contiene.



La letra con sangre entra


Uno

La letra con sangre entra

se dice, o se decía,

para representar la violencia

que supone

su enseñanza.

Paradoja del sentido común,

la letra deviene,

así,

de incisión en incidente,

como si la inscripción,

o lo inscripto,

pudieran mutar

en el punzón

que los traza.



Dos

Esa violencia

es más siniestra

cuando la letra

es extranjera.

Cuando es un signo extraño,

ignoto,

que un conglomerado de nativos

ve desplegar ante sus ojos

como blasón o emblema

de la pólvora y el fuego

que disparan los hombres

de Cortés o de Pizarro.

Esa violencia es más terrible

cuando hace de los nativos

sujetos inhumanos,

seres extraños al orden

de los hombres

y por lo tanto cosas,

o animales,

a los que se debe evangelizar

por medio de la letra.

Que entonces se transforma

en una traza implacable,

irresistible,

sobre los cuerpos aborígenes,

deviniendo inefable

no sólo por lo extraña sino

por no tener lugar

en su lengua ni en sus ojos,

ni mucho menos en el sentido

que sus dioses

dispusieron,

desde siempre,

para ordenar

lo vasto de su mundo.



La memoria de los libros

Creemos que hay una memoria de los libros

aunque el genitivo sea engañoso,

porque no hablamos de la memoria

que los libros contienen,

sino de la memoria, que de ellos,

poseemos.

Esa memoria, notoriamente,

es poco libresca, ya que no está hecha

de la sustancia literal

donde sus textos

se traman. Por el contrario,

está hecha de recuerdos amorfos

-mezcla de imágenes, sensaciones,

incluso sentimientos,

que perviven como un amasijo

denso e informe

del cual, algunas de sus partes,

a veces, retornan

al presente-

y en ocasiones

de ciertas palabras

que resuenan deformadas

por el vibrato con que el tiempo

las modula.

De tal modo, si auditiva,

nuestra memoria de los libros

no escucha las voces

que hablaron la vez

que los leímos.

De igual forma, si visual,

no ve las letras que miramos

esa vez, puesto que mira

otras imágenes,

antes que literales plásticas. Así,

lo que la memoria de los libros expone

es una escena más parecida a un sueño

que a su texto, pero quizás

esa cuestión tan sólo lo sea

en apariencia,

ya que esa memoria

no es más el remembrar

donde escribimos,

nosotros,

los recuerdos.



Teoría de la lectura I

Alistados de manera regular

sobre los estantes, los libros permanecen

en un amable silencio. Se sabe:

los libros no hablan por sí mismos,

es necesario que alguien

los provea de voz. Porque eso que llamamos

habla no es más que el acto físico

de una emisión de sonidos,

cosa que los libros,

objetos plenamente áfonos,

jamás podrían hacer. Los libros

no son otra cosa que un universo de signos

dispuestos según un orden sucesivo

que necesitan activarse por obra de un lector.

Ese universo debe ser actualizado

de modo furtivo e irreverente,

sostiene Michel de Certeau,

porque el lector es un nómade

que sortea las trampas que tiende

la fijeza de la letra,

el mundo sedentario del enunciado literal.

Querrá decir con esto que, cuando leemos,

somos nosotros los que disponemos

el destino del sentido,

aquello que el libro, en su inmóvil silencio,

creemos nos quiere decir?... Y si es así,

hasta dónde llega nuestra irredenta

lectura?... Porque no leemos solamente

las letras de los libros: leemos sus lomos,

sus portadas,

el color desteñido de sus hojas,

las frases o líneas subrayadas,

que alguien dibujó

para agregar un suplemento

de inscripciones que enrarece,

aún más, si así puede decirse,

la lectura.

Y es entonces, cuando descubrimos

que los libros, además de signos

exponen huellas, marcas,

cicatrices de historias y de vidas,

el momento epifánico

donde finalmente entendemos

que los libros,

a su manera,

hablan.


Psicoanálisis

La gran herida

narcisística

consiste en descubrir

que nosotros

no somos

los que hacemos

el sentido.


(*)Roberto Retamoso (Rosario,1947), es Profesor en Letras y Doctor en Humanidades y Artes con mención en Literatura por la Universidad Nacional de Rosario. Se desempeña como profesor en dicha universidad. Publicó: La dimensión de lo poético (1995); Figuras cercanas (2000); Oliveiro Girondo, el devenir de su poesía (2005); Preguntar del hijo (Poesía, Ciudad Gótica, Rosario 2006); La primavera camporista y otros poemas (Poesía, Ciudad Gótica, Rosario 2008); Apuntes de literatura Argentina (2008); El discurso de la crítica (Editorial Fundación Ross, Rosario 2009)