OTRAS VOCES, OTROS ÁMBITOS

viernes, 5 de septiembre de 2008

Dos poemas de Emily Dickinson

E. D.(1830-1886), Amherst, Massachussets

Píntame un cuadro del sol –
para colgar en mi cuarto –
y hacerme creer que siento calor
cuando otros lo llaman “¡qué día!”

Dibújame un tordo – en una rama –
para que lo oiga, soñaré,
y cuando los huertos cesen su canción –
retira la simulación – mía –

¿Dime si realmente – hace calor a mediodía –
si es el botón de oro – que se desliza –
o las mariposas –que florecen?
Sacude – entonces –la escarcha –del prado –
y arranca el paño bermejo –del árbol –
y deja que juguemos – eso es lo que nunca sucedió.

La araña sostiene una pelota de plata
en desapercibidas manos –
y danzando suavemente sobre sí misma
su hilado de perlas – desovilla –

aplica nudo tras nudo –
en insubstancial labor –
suplanta nuestro tapiz con el suyo –
en la mitad del tiempo –

una hora en cultivar
sus continentes de luz –
luego penden de la escoba del ama de casa –
sus confines – olvidados –

(tomado de Poemas, Emily Dickinson, Selección y traducción de Silvina Ocampo, Tusquets, 1997)