
pensaba que el deterioro
en la piel encrespada de mi madre
era ajeno a mí
como si yo no fuese una astilla
de tal o cual madera
que también cruje
se ablanda y un día se pudre
como el tronco exhausto
del viejo paraíso
ha dado ramitos de flores violetas
parece mentira
una vez más
su estela fragante
Por Marta Ortiz