OTRAS VOCES, OTROS ÁMBITOS

domingo, 31 de julio de 2011

MARCOS SILBER


FOTOGRAFÍA: Carlos de la Rúa (España. 1966)


OTRAS VOCES, OTROS ÁMBITOS (*)


Usted recordará a la mujer de la sombrilla rosa

que vivía en mi poema de entonces;

única, espléndida, se paseaba por las callecitas del texto.

Claro, el tiempo pasa, la vida.

Ahora se sale la mujer de la sombrilla rosa

en busca de la casa final.

Y llama que llama a la puerta la desvelada.

Y el guardia que no, lo siento.

Y que por favor, vengo de tan lejos.

No insista, no es posible.

Y le ruego, sea comprensivo.

Y que no, usted está viva,

debe cumplir con el requisito de morir.

Y ella que nada, por piedad, debo entrar,

traigo una gigante fatiga y debo conocer

el sitio donde me tumbaré para siempre.

Cede al fin el duro de la historia.

Agradece la mujer.

“Y la sombrilla, ¿dónde debo dejarla?”


Disección


La primera incisión, sobre la frente,

paralela a la línea del Ecuador,

con cuidado de no dañar el soñar del sueño.

La segunda, llevar el bisturí como pincel de ángel,

conducirlo de una a otra apófisis mastoidea

pasando por el portal de la boca -con precaución-

de no rozarle siquiera una vocal a la palabra.

La siguiente, sobre el arpa del torso

entre la quinta y la sexta intercostal,

por delante del ventanal del timbal que cesó

guardando de no perturbar sus mareas de pasión.

La incisión contigua

trazarla con pudor de nave de seda

uniendo ambas espinas ilíacas antero-superiores,

en las terrazas de las carnes rojas del ardor

evitando atormentar sus recuerdos

en las terrazas de las carnes rojas del ardor.

A la altura del triángulo de Scarpa

detenerse y beber el vino

para celebrar la vida que hubo.

(Una sola copa, hay que continuar).

Ahora bien, sobre los muslos, nada;

no despertar las caricias que aún.

Más al sur

descender el acero por las laderas de las tibias

arribando a cada pie. No más.

Hasta el inicio de la sombra.

Y no tentarse con ella,

no malograrle la esperanza.


(de Cabeza, tronco y extremidades)



No dejes de escribir


En la última carta me decía

No te arborices. Eso me decía,

No te disperses.

Enfila los soldaditos de tu factoría

en dirección del mar

hasta la boca de la ballena habladora.

No te distraigas me decía,

no te salgas de la inquietud, eso me decía,

no te apartes del cuenco

donde se cocinan las perlas del mago

y la voz de tu amada.

No te duermas me decía

la que da en la frente de la sagrada palabra.

N o abandones la marcha

la del felino que marca la cadencia.

Resulta tan escaso

el aire que resta en los pulmones…

Eso me decía.

El día la vida recién comienza.

También la muerte la noche.


Vecina


No hay no hubo barco de tristeza

que no se detuviera en sus ojos.

No hay no hubo látigo de zozobra

que no me buscara la boca.

No hay no hubo naufragio

que no le arrastrara los días.

No hay no hubo tormento

que no diera con mis huesos.

Demasiado para una y otra humanidad.

Pared por medio

respira un invierno sin tregua.

La misma araña del insomnio pared por medio

la misma soledad.


Arañas


Digo. No digo.

Cuento. No cuento.

Lentas florecen las rosas negras.

Lentas brotaron para verse más tenebrosas aún.

Terrores del cielo adornan la pared.

Digo. No digo.

Cuento. No cuento.

Es visión. Criaturas del delirio no.

Sí, tenazas de oscuridad

Sí, del miedo más remoto.

Alguien debe ver lo que veo, decir

que mi palabra es cierta.

Se desplaza el ballet de las asustadoras.

La coreografía desoladora

sube y baja.

No sé. Todo resulta tan confuso.

Por qué esta mujer acaricia mis manos?

Por qué el hombre de blanco me mira?

(de Bajo continuo)


(*)Marcos Silber nació en Buenos Aires en 1934. Ha publicado dieciocho libros y participado en antologías nacionales y extranjeras.

Autor de la versión argentina de Raíces (teatro), de A. Wesker, editada por Nueva Visión. Invitado a los festivales de poesía de Medellín y Bogotá(Colombia) y Cajamarca (Perú) Y Caracas (Venezuela). Monte Ávila de Venezuela editó en 2010 Convocados, selección de poemas de su obra. Faja de Honor de la SADE 1968. Primer Premio Municipal 1998-1999 (poesía). Primer premio en Mérida, España. Finalista en el Certamen Casa de las Américas, Cuba, con su libro “Thrillers”. Primer y Segundo premios en el certamen Nacional de la Asociación Argentina por los Derechos Humanos. Primer Premio Casa de la Amistad Argentino-Cubana. Primer Premio publicación en el concurso de la editorial “La Luna Que”. Premio 1999 y 2000 en el Certamen de Prosa Breve del programa Contextos, Radio Cultura. Miembro de la Sociedad de los Poetas Vivos.


domingo, 24 de julio de 2011

MARIANA MIRANDA (*) POETA INVITADA


Henri Matisse


POETAS DE ROSARIO XIX


Ausentes

El traquetear seco del helicóptero

me dijo

que mi momento había llegado

En la anestesia sordomuda de la previa

entendí

que la vida es algo tan frágil

tan valioso

Confundí

los recuerdos vehementes de mi niñez

con las presencias de tus voces

amada mía

con el perfume de tu piel

con el anhelo de tu cuerpo desnudo

Y me vi

cayendo desde los cielos del Río de la Plata

maniatado

torturado

malherido

quebrado

suplicante

anestesiado

Y te vi

riendo tu risa

de alegría fresca

de alegría limpia

de alegría tierna

Y te vi

riendo mi risa

amada mía

riéndote por lo que no nos pudimos reír

por lo que nunca pudimos hacer

por lo que nunca pudimos vivir

por lo que no fuimos

Como una risa absurda creciendo en el aire

enredándose hasta los tuétanos

del traquetear seco del helicóptero

de donde me tiran

los hombres de verde

que también me gritan

que también se ríen

que también vomitan

Odio

desafiando la Memoria

de la Historia general



Final

Cenizas

de un incendio

desparramó el viento


Lágrimas

de un entierro

lloró el aire seco


Cristales quebrados

soñaron

con un vientre de hielo


La sangre de los humanos

se mezcla con el infierno

de la peste


Y el sol se quema

en un cielo plano

donde todo miente


Es un espejismo

el lago de estaño

en donde el cisne muere


Y los bosques lloran

el rocío de la guerra


Y los pájaros cantan

la canción de la miseria


Y una lágrima se calla

detrás de la carcajada hueca


El fuego purifica

la faz de la tierra


Sólo cenizas quedan

Vuelan

Tan sólo vuelan


Raya

Y había una raya azul

Que dibujaba pájaros

en el cielo

Que transformaba palabras

en el silencio

Que quemaba soles

dentro del hielo

Que encendía los bemoles

de esta guitarra que siento

Y había una raya azul

que se pintaba los colores

de los barcos

Que rejuntaba las maderas

del naufragio

de nosotros

Que destrozaba fronteras

sin espanto

Que atravesaba trincheras

besando santos


Ruta

Abismos de hielo

susurran los pétalos

de los ángeles


Lágrimas del infierno

lloran los diablos

en tu equipaje


Y vos

Viajante de viajantes


Empezás

Otra vez

Otra ruta de agua



Poema Nº 18

Lágrimas

como estrellas

caían en la plaza

Cálidas

como las huellas

de algunos fantasmas

Una esperanza hecha añicos

quedaba

reclamando al infinito

la devolución de su alma


(*)Mariana Miranda nació en Rosario, el 5 de mayo de 1966. Es psicóloga clínica y forense. Ha publicado: “22 Canciones para a(r)mar y otros versos”, Ed. Keynes, Rosario, 1994, “Muertita y otros cuentos”, Ed. Del Dock, Bs. As., 2008, “Gil, Santo argentino”, Ed. Del Dock, Bs. As., 2009 y “Bagualas para mi tierra”, Ed. U.N.R., 2010. Ha obtenido premios publicación y menciones de honor en concursos literarios nacionales, internacionales y locales. Dicta talleres de lectoescritura en Rosario.