Muchas gracias a Irma Verolin, quien desde la singularidad de su mirada escribió una reseña sobre mi libro de cuentos "Colección de arena". Leer en:
viernes, 31 de enero de 2014
IRMA VEROLIN: "LA ESPESURA DEL LENGUAJE" (RESEÑA SOBRE "Colección de arena")
Muchas gracias a Irma Verolin, quien desde la singularidad de su mirada escribió una reseña sobre mi libro de cuentos "Colección de arena". Leer en:
miércoles, 22 de enero de 2014
CRISTINA MARTÍN: "No sólo de pan vive la mujer"
Cristina Martín, No sólo de pan vive la mujer, Ciudad Gótica, Rosario, 2013. |
Anotado al margen de: No sólo de pan vive la mujer
por Marta Ortiz
Coherente con su formación de narradora oral (entre otras valiosas etiquetas logradas), Cristina Martín inscribe su escritura poética en el tronco milenario de la poesía oral: “Me gusta la poesía oral, la que se dice, se lee, se escucha con voz sincera, sin impostaciones ni muecas. La que no cae bajo el dominio de la razón, que sabe poco o nada de normativas, estéticas y vanguardias. […] Algo parecido a la poesía de la antigua Grecia que no estaba preparada para ser leída, sí para ser actuada. La poesía del romancero español…”. En síntesis, la poesía de su abuela canaria Ángela que llegó a Buenos Aires en 1907, canciones y coplas que aún resuenan en la memoria de la poeta.
Declarada su raíz popular, el poemario se despliega
en XIII apartados breves precedidos de un epígrafe que funciona como largo
poema-tronco de cuyas estrofas se desprenden a su vez los poemas como ramas que
dan cuerpo al libro.
Poesía cotidiana que expresa como en un gran
patchwork, los retazos de la vida diaria de una poeta que vive de pan (en el
país de todos los días), pero también de muchas otras cosas: de la imaginación,
de la poesía que lleva consigo materializada en el así llamado “cuaderno de
poesía”; de las relaciones humanas, del paisaje que la rodea. Hay un pasado que
brilla en la tibieza del recuerdo, que convive con el ansia de otras
vestimentas, de pájaros nuevos: el devenir y las variadas figuras que adopta.
La poesía transgrede cualquier frontera, o, mejor
dicho, no hay fronteras porque las ha sobrepasado a todas. Aquí conviven
ángeles, personas, pájaros, el día, la noche, y una toponimia que se repite a
lo largo del texto, los bares, o espacios-refugio donde la poeta se detiene, observa
y escribe. Bares concretos, calles reconocibles: 9 de julio y Alem, el bar
de Oroño al 300, el bar La Poesía, de San Telmo y la calle Chile del mismo
barrio porteño, sin olvidar el siempre a mano “bar de siempre”.
El ritmo es el que filtró la copla en la memoria
de infancia, y de allí, todas las variantes posibles. Un libro para decir o
para leer y escuchar con deleite. Tramada
en la matriz que moldeó el eco de voces nuevas y antiguas, simple y sabia en lo aprendido, deviene, en la
poesía de Cristina Martín, la trama de la vida, poesía que es alimento sencillo
como el pan, pero también el entretejido de los sueños incumplidos, las obsesiones,
el amor, las muerte, el arte, la poesía y el silencio.
“No sólo de pan vive la mujer”
(cuatro poemas )
respirar el tiempo de las cosas
hasta llegar a la cosa misma
y sus opuestos
vislumbrar la noche
aspirando sus sombras más
sutiles
para llegar a la luz
a su brillo inesperado
acunar el sueño
de los niños
de los pájaros
de los mares tumultuosos
entrar en una vigilia
miradora y silenciosa
llamar a la mañana
de primeros soles
con el ojo insistente del
llamado
trascenderla en sus puntos
luminosos
y esperar la oscuridad
desprovista de los miedos de la
noche
saber que cada cosa cada
instante
es eso y su otro
mientras quedamos
en el centro de nosotros
las golondrinas
migran en grupos
de una primavera
a otra
por espacios infinitos
no reconocibles
por el ojo humano
el ojo humano
en cambio
se queda mirando el dedo
que señala la luna
como lo cuenta
la leyenda milenaria
no hay frontera
entre la piel y las vísceras
entre el cuerpo y el alma
el ayer y el hoy
hay nubes informes
inquietantes nubes
que se mecen
en las mixturas
de la vida
sin pedir información
a la voz de la inteligencia
a los intrépidos huesos
ni siquiera
al engañoso grito de la ilusión
llegar y no permanecer
como las cosas diarias
al país de todos los días
a la compra del pan
y la lechuga
a la casa de Manuel
a los nadies
a los todos
que la habitan
y la deshabitan
por el permanente
seguir andando
hasta llegar quién sabe dónde
ni cuándo
trasponer viejas herrumbres
arribar a los umbrales de lo
leve
donde todo transita
en devenir de polvo
sin tiempo
sin espacio
sin consistencia
Cristina Martín nació en Firmat y reside en Rosario. Profesora de Castellano, Literatura y Latín y magister en Literatura para Niños y Jóvenes por la U.N.R. y narradora oral formada en la escuela de Ana María Bovo. De profusa labor docente, dicta Seminarios y Talleres acerca de su especialidad. Premio Fantasía (Bs Aires) por su libro de poemas para niños Versos y reversos (Libros del Quirquincho, Bs As, 1996), que integró la lista de honor de ALIJA en 1997. En 2010 publicó su primer libro de poemas para adultos: Tres décadas (Alción, Córdoba).
jueves, 16 de enero de 2014
COLECCIÓN DE ARENA, reseña en Rosario12
La de Ortiz es una escritura intensa y femenina desde lo combativo.
Enlace a la nota:
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/12-42272-2014-01-15.html
texto completo:
La narrativa femenina de Marta Ortiz
La autora es licenciada en Letras por la Universidad
Nacional de Rosario y dirige la Colección Narrativas Contemporáneas
junto a Gloria Lenardón.
Sus personajes exploran lo imaginario donde alguien enfrenta al poder del tener desde la autoridad del ser.
Sus personajes exploran lo imaginario donde alguien enfrenta al poder del tener desde la autoridad del ser.
Por Beatriz Vignoli
El
segundo libro de cuentos de Marta Ortiz, Colección de arena (Editorial
Fundación Ross, Rosario, 2013) fue publicado el año pasado en la
Colección Narrativas Contemporáneas que Ortiz dirige con Gloria
Lenardón. Había sido escrito unos años antes y obtuvo la primera mención
en el Premio Provincial de Narrativa "Alcides Greca 2007". El jurado
estuvo integrado por Hebe Uhart (Buenos Aires), Sonnia De Monte
(Mendoza) y Graciela Pacer (Entre Ríos). "En ese tiempo no se editaban
las menciones como ahora, tuvo que esperar a encontrar otra forma de
mecenazgo, aunque contó (contaron, los tres libros que editamos) con el
apoyo de la Secretaría de Cultura de la Provincia", cuenta la autora,
licenciada en Letras por la Universidad Nacional de Rosario. (Se refiere
además a Shopping, novela de Gloria Lenardón, y La prueba viviente,
novela de Patricia Suárez). Marta Ortiz ha editado también un libro de
poemas, Diario de la plaza y otros desvíos (El Mono Armado, Buenos
Aires, 2009). En narrativa, su trabajo de orfebre con la palabra se
refleja en una prosa poética que viste lo narrado, lo engalana y le da
una suntuosa carnadura. Su eufónico lenguaje logra evocar todo un mundo
con un término como "minifalda piel de durazno".
"Siempre creí que más que tenerla, mi literatura era una mirada de
mujer", dijo Marta Ortiz a Fernanda González Cortiñas en 2006, al
presentar su primer libro de cuentos: El vuelo de la noche. Publicada
por la Editorial Universidad de Puerto Rico, aquella compilación de
cuentos de la década del 90 obtuvo el Premio "Emilio Díaz Valcárcel" en
la Bienal Internacional de Literatura de Puerto Rico del año 2000.La de Marta Ortiz es una escritura intensa y agónicamente femenina, en el cabal sentido de agón: combate, lid. La psicología de sus personajes explora el ruedo de lo imaginario donde alguien enfrenta al poder del tener desde la autoridad del ser. De este lado del ring: esta mujer, la verdadera mujer, un sujeto subalterno y sufrido que calla sus verdaderos sentimientos mientras padece la opresión de tener que vivir para complacer (pero la venganza será terrible, aunque también será secreta). También puede ser un varón, obsesionado y obsesivo, como el narrador de "Muñecas" o el turista enamorado de Belinda Wong en "Vigilia con estrellas". Y del otro lado del ring se encuentra la femme, esa que no existe según Lacan y que mal se traduce como "la mujer". Porque la femme no es la mujer; es la otra mujer, es "esa" mujer; es la mina ideal, la muñeca Barbie, la flaca, la viajada, y en su peor y más insoportable expresión: la diva.
Las femmes, en varios de estos 23 cuentos de Ortiz, sufren. Merecidamente (por vanas, por ilusas, por creerse ganadoras) sufren. Aunque el castigo (como en ese minucioso fresco de la femineidad contemporánea que es el cuento "Cumpleaños") no pase de la infidelidad sospechada en una fiesta (y narrada con una sutileza como la de Katherine Mansfield en Bliss). Hay algo de la Justine de Sade en esto. Hay algo de El Bosco en estos infiernos internos, algo de dantesca justicia jacobina a lo Danton: el último peinado de María Antonieta rodando en la cesta al pie de la guillotina. Las mujeres verdaderas también sufren aquí pero su sufrimiento es injusto. Y estos personajes de femmes en desgracia son tan vívidos que a algunos cuesta resistir la tentación de buscarlos en Google. Esta cronista puso "Belinda Wong" en el buscador y se encontró con que así se llama la directora general de Starbucks China. "Habrá recorrido un largo camino la muchacha"
Otro ángel caído inolvidable que construye Ortiz es Betiris, la estrella ascendida desde el fango y venida a menos desde las alturas de un reconocible Teatro El Círculo, descrito á la Proust, en "Telón": "Cientos de tulipas ámbar subrayan la línea semicircular de los siete pisos que sostienen los palcos, la tertulia y también el paraíso" las carteras abren y cierran broches de strass, de carey, de azabache". En la vida de Betiris (nombrada así por el padre a partir de sus dos nombres, Beatriz Iris) hay dos mujeres verdaderas que la crean pigmaliónicamente y la destruyen a su antojo: la madre y la asistenta. Ortiz la construye a partir de detalles, plumas de pavo real que le serán arrancadas por el tiempo cruel en un sádico festín para la Schadenfreude del lector que la considere antagonista; si bien, contra las buenas intenciones moralizantes de la autora, Betiris convoca a la identificación, igual que aquella prima lejana suya: Blanche Dubois (la heroína del drama de Tennessee Williams Un tranvía llamado deseo).
Las mujeres en los cuentos de Marta Ortiz son seres compuestos, no sólo de cuerpo y alma sino de zapatos y ropa, fetiches que encarnan el espíritu del tiempo. La fina mirada femenina de Ortiz lanza contra la gran Historia las preguntas de la pequeña historia. Ante las mujeres desaparecidas por la dictadura, se pregunta qué pasó con sus zapatos. Esa mirada que es su literatura trabaja como la de una directora de arte, rescatando detalles, como la moda de los zapatos blancos con tiritas de los años setenta: "los zapatos blancos arrojados al fondo de una bolsa con la minifalda y la camisola hindú".
Desde 2003 Ortiz coordina un taller literario y desde 2007 lleva adelante el blog Vuelo de noche (http://martaortiz.blogspot.com.ar/).
martes, 14 de enero de 2014
sábado, 4 de enero de 2014
CIRCE MAIA (*)
Poemas tomados de La pescadora de perlas (Obra poética/Conversaciones con María Teresa Andruetto), Vientodefondo, Córdoba, 2013
Palabras
Tantos millones de bocas
tienen pasadas.
Pedro Salinas
En este cuarto me rodean muebles
que no conoces: tengo puesto ahora
este vestido que no has visto y miro
–¿hacia adentro, hacia afuera? No lo sabes–
Pero ahora y aquí y mientras viva
tiendo palabras-puente hacia otros:
hacia otros ojos van y no son mías
no solamente mías:
las he tomado como tomo el agua
como tomé la leche de otro pecho.
Vinieron de otras bocas
y aprenderlas fue un modo
de aprender a pisar, a sostenerse.
No es fácil, sin embargo.
Maderas frágiles, fibras delicadas
ya pronto crujen, ceden.
Duro oficio apoyarse sin quebrarlas
y caminar por invisible puente.
(de El puente, 1970)
Casa abierta
Es una casa extraña,
mira:
la mano abre de pronto
puertas dormidas.
Son finas escaleras y altas ventanas.
Las ventanas están
abiertas y se oye
voces cantar.
Cantan con voz de tierra y aire de cielo.
Lentas voces descienden peldaños negros.
Blancas voces descienden por temblorosas
columnas estiradas.
Cantan con aire ausente y voz de viento.
Suenan como dormidas y doloridas
las hondas voces lentas.
Suenan como cansadas y lastimadas
de heridas viejas.
Cantando están
en ventanas abiertas
de par en par.
(de Cambios, permanencias, 1978)
Cercanía
Es así
Es como si del marco de una puerta entreabierta
quisieras ver qué ocurre en una inmensa sala
viendo tal vez la esquina de una mesa,
el vuelo de un vestido.
Como esos cielos de las calles estrechas
telones desvaídos
un pedazo flotando, cortado
sobre los ojos miopes, lejos.
Es así: contemplamos
retazos, trozos, sueltos.
¿Quién sale de su fina ranura, quién se alza
escuchando el rumor total: sonido puro
o roto, absurdo ruido?
(de Presencia
diaria, 1964)
Sincronías
¿Cómo se hará para
estirar la mano
y atraer hacia aquí
todo el presente
y atarlo?
Que no se escape el sol
sobre la hoja
el mosquito en el aire
ronco motor doblando la
esquina
y en paladar el gusto
del durazno.
(de Superficies, 1990)
(*) Circe Maia nació en Montevideo, Uruguay, en 1932. Vive en Tacuarembó, al norte del país. Se dedicó a la enseñanza de la filosofía, la escritura y la traducción. Su obra, traducida a varios idiomas, es reconocida por su profundidad. Recibió el Premio Nacional de Literatura de Uruguay.
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