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Marcela Rosalers El silencio de enero, Alción Editora, Córdoba 2022 |
Apuntes de lectura:
Un camino en común para avistar estrellas
©Marta Ortiz
Desde la portada, el silencio es
protagonista. Yacimiento del que nace la lengua, aquí lengua poética,
“lengua otra”, la que es capaz de escuchar “la mínima extensión / de lo que
calla” y abrir la boca para decirlo, lengua que cae sobre el papel como música
de lluvia para “Escribir un libro de aguas”, de muchas formas del agua, en
tanto fluye el diálogo de la poeta con el epígrafe inicial de John Deane.
Construir un libro con palabras de esa lengua única que nos hermana (más allá de los idiomas), palabras que dirán el hambre, el encierro y otros derivados de
la pandemia; líneas que exponen el sonido de un mundo que se ha callado:
“oyendo la muerte pasar”, tiempo de edificios quietos “La lengua se estrella /
en sus cristales”. Poemas que escriben la otra orilla del mundo donde otras
guerras arden y “la muerte se estrella” y que además dirán el amor, la soledad y
también la fusión de mujeres familiares con el agua, una tarde de lluvia y
lágrimas y gotas terapéuticas.
“El silencio es el “único árbol / de mi exilio”,
escribe Marcela. Y es allí donde la poeta encuentra el poema que como un guante
se ajusta al título elegido: “me arden los ojos en el silencio / de
enero / (el nombre de este libro necesitaba un poema, pienso)“
Un entretejido que se trama conversando con
epígrafes ad hoc; un lenguaje ceñido que brilla
polisignificante. De verso en verso un paisaje, una reflexión se empecinan en
develarnos la huella de vida que es la escritura y deja temblando la
interrogación: “¿Es entonces un libro un objeto / un nombre / la palabra / -o
la ciudad- / de un silencio anterior / destinado al viajero / que aún no
llega?”.
Sin dudarlo, es todo eso y es mucho más. Con
agradecido deleite recorremos estas páginas, un bello emergente de ese “camino en común / para avistar estrellas”.
Algunos poemas de El silencio de enero