OTRAS VOCES, OTROS ÁMBITOS

miércoles, 18 de enero de 2012

TIRABUZÓN (Angélica Gorodischer)


fotografías de tapa y contratapa:
Cecilia Lenardón




CULTURA / ESPECTACULOS

› LA NOVELA REALISTA DE ANGELICA GORODISCHER EDITADA POR ROSS.

Un caballero y una dama en peligro

Tirabuzón, la nueva novela de la autora de Historia de mi madre, es como algunas de las comedias recientes de Woody Allen: una pieza ligera realizada con impecable y experimentado oficio, que transporta a un mundo de otros tiempos.

Por Beatriz Vignoli

(texto completo)

A fines del año pasado, con un reconocimiento por parte del Area de Coordinación Institucional del Ministerio de Planificación Federal, la Editorial Ross comenzó a publicar nuevos títulos para su colección Narrativas contemporáneas. La colección comenzó en 2011 con la edición dos antologías temáticas: "Mi madre sobre todo" y "El río en catorce cuentos" y ahora sube la apuesta con libros de ficción de autor.

La colección Narrativas contemporáneas, dirigida por Gloria Lenardón y Marta Ortiz con el aval de la editora Silvina Ross, propone según sus directoras "la selección de una diversidad de voces" de la región, en busca de "una actualización de las tendencias, formas y contenidos". Su estética pone en pie de igualdad y belleza la tapa y la contratapa, con fotos originales por Cecilia Lenardón (Rosario, 1979), reconocida fotógrafa y performer. Ya salió una novela realista de Angélica Gorodischer, la rosarina por adopción considerada una de las principales autoras de ciencia ficción del mundo hispanohablante y más allá, y está en carpeta un esperado libro de cuentos por el siempre sorprendente escritor santafesino Enrique Butti.

Angélica Gorodischer (Angélica Arcal, Buenos Aires, 1928) publicó a mediados de la década de 1980 el ciclo Kalpa Imperial, que fue traducido al inglés por Ursula K. Le Guin. En 1998, 2000 y 2002 organizó tres encuentros internacionales de escritoras en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia de Rosario. Opus dos (Barcelona, Minotauro, 1966) y Trafalgar (Buenos Aires, El Cid, 1979) son sólo algunos de sus libros de ciencia ficción; ha experimentado con el lenguaje en las novelas Prodigios (Barcelona, Lumen, 1994) y Doquier (Buenos Aires: Emecé, 2002) y explora mundos más cercanos en novelas como Fábula de la virgen y el bombero (De la Flor, 1993; Emecé, 2005), una mirada feminista y crítica sobre los prostíbulos de Pichincha.

Salida de la imprenta al final del prolífico año del conejo 2011, Tirabuzón, la nueva novela de la autora de Historia de mi madre, es como algunas de las comedias recientes de Woody Allen: una pieza ligera realizada con impecable y experimentado oficio, que transporta a un mundo de otros tiempos, incluidas la moda y las palabras olvidadas de su habla. La protagonista, Helena, es las heroína típica de Angélica Gorodischer, quien escribe sobre mujeres aparentemente frágiles pero que saben abrirse camino para librarse de un opresor. Si Tirabuzón fuese en efecto una película de Woody Allen, a Helena la podría interpretar Mia Farrow. Inocente pero no ingenua, auxiliada por los hados protectores surgidos de los libros que ha leído, astuta con un sigilo de "pasiva agresiva" (Woody Allen dixit) o más bien de "mosquita muerta" (como diría la madre de esta cronista), Helena hace un límpido contrapunto al tonto villano en 2D de su hermano Atilio.

Lo malo de este malo (porque al tono de humor de una comedia feliz le sienta mejor la gris banalidad del mal que otras profundidades) es su mezcla de mediocridad, ínfulas de grandeza, pereza y capacidad para la manipulación de los demás. Completa la terna del elenco principal un caballero casi andante: el incansable y justo abogado don Max.

Don Max es un ser entrañable: tiene ochenta y cuatro años y quiere seguir trabajando porque ama su trabajo y ama la vida, en particular a las damas en peligro y los alfajorcitos de chocolate. Va de la oficina al café Splendid en un recorrido diario que lo pasea por lugares reconocibles del centro de Rosario. Llegado el lector a este punto de la reseña, sospechará que Tirabuzón es literatura menor. Sí, pero, más literatura que menor, retoma, con la voz cantarina de su clara prosa lírica y coloquial, no sólo el género menor del melodrama sino a la literatura dentro de la literatura. Los amables fantasmas que rodean a la gran lectora de escritoras francesas que es Helena y la aconsejan sobre qué hacer en la vida también cumplen la función de bosquejar una biblioteca posible. Muchas plumas femeninas, en el más digno sentido, son evocadas aquí: entre otras, Colette, Olympe de Gouges (pseudónimo de Marie Gouze), Christine de Pizan (o Cristina de Pisa) son personajes del relato y nombres que vale la pena investigar, lo mismo que el pintor romántico Théodore Géricault, quien hace un cameo.

Párrafo aparte merece la calidad poética de la prosa. Ante una encrucijada, Helena hace este balance: "Porque si yo hubiera sabido tocar el piano, o pintar, o esculpir, o planear edificios, o escalar montañas, ahora tendría algo concreto entre las manos. Pero lo único que tengo es un idioma que aprendí después del mío y una casa que no he visto aún. También tuve dos países después del mío y dos hombres después de aquellos que casi no llegué a conocer. Y las voces del tiempo. Y tengo miedo, y tengo fuerza. Hay un sol antiguo que me sostiene; yo solo tengo que seguir caminando, recorrer el reino de oculta y misteriosa apariencia, averiguar cuáles y cómo y cuántas son las relaciones que sostengo con el mundo cambiante que noche a noche me hace dar un paso hacia las edades que me serán concedidas".

El título es una alegoría del tiempo, como en esta epifanía sublime: "Las noches son tenues en Italia, como provisorias, y el sueño viene así como el sol, antiguo nudo de caminos, y el tirabuzón que muerde la carne del tiempo, que es el tiempo; el tiempo por el que volvemos y volvemos a volver, el tiempo que nos recobra"".

Como en las más recientes comedias de Woody Allen, siempre estará París. ¡O Italia! Pero también, como en las comedias recientes de Woody Allen, Angélica Gorodischer en Tirabuzón no hace mucho más con lo que creó. La justicia divina de la autora reparte dicha a los buenos y desdicha a los malos sin complicar demasiado la trama. Esto no impide que la hermosa narración sea llevada con mano magistral.

link: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/12-32135-2012-01-18.html

domingo, 8 de enero de 2012

JORGE LEÓNIDAS ESCUDERO (*)


Noche creciente. Pintura, Yolanda Gil Griñón

(Poemas incluidos en “Le dije y me dijo” (Antología poética, Ediciones Azafrán y Cinabrio, México, 2006)


Los gatos de Schopenhauer


El fabricante de gatos

quiere hacerlos baratos:

junta al gato con la gata

para que se reproduzcan

pero ellos protestan,

juran que no es posible y escapan

hasta que aturdidos por la luna acceden.


Es que se creen víctimas de un cuento

unidos para enemistarlos con el perro,

asediar ratas y mear sillones.

Todo sin objeto.


Los gatos se retuercen y gritan,

bufan ásperamente

y por último se acoplan a regañadientes

sabiendo que ha habido injusticia.


Adornan almohadones y uno los cree felices

cuando en verdad dormitan resentidos,

aburridos de la vida,

conscientes de que están comiendo mezquindades

para mayor gloria de nadie.


(De: Umbral de salida, 1990)


Del imaginero


Toy en construir muñequitos de palabras,

toy buscando mi obra esplendorosa;

pero éste me sale raquítico

y aquél con demasiada hojarasca;

algunos caminan con cierta elegancia

aunque es dudoso que lleguen muy lejos.

Me preocupo bastante como todo buen padre

pues quiero que mis hijos sean perfectos,

mas ellos andan como les da la gana

y la gente, claro, me culpa a mí.

Simplemente quiero verlos felices

y para eso tiro el barro sobre la mesa,

amaso, corto, saco, pongo

y finalmente siempre

falta.

Es difícil esto.

(Elucidario, 1992)


Casa deshabitada


Aquí estoy en el alma de la vieja cocina,

el otoño es un cuadro luminoso en la puerta,

ante azules montañas vuelan lentas ibiñas

Es me llevó la vida andar campo, caminos

y vine hoy a ver la endenantes

casa amiga onde estuve y tuve

enamoramiento grande que todavía

alla en la lejanía se ve la polvareda

de cuando tuve que salir huyendo

en un destartalado ómnibus

rumbo a las añoranzas.

(Divisadero, 2005)


Aniversario


Estás igual, yo no

la vejez a vos. Estás

como cuando en el banco del patio

unidas las manos para no soltar estábamos

lo poco restante de estar juntos.

Ahora en mí verás nocturnidades de naipe,

vino humoso y caminos cortados, soledades

propias de haberte ido.

Alguna mariposa de recuerdo cruza

por mi frente y miro adonde estuvimos.

Lo que el tiempo hizo y deshizo,

lo que esperábamos y no.

En ese banco del patio en las noches ahora

Hay una sombra detrás,

ojos abiertos de un dolor inefable.

(Endeveras, 2004)


Pájaro llamador


A esto que estoy escribiendo le falta

claridá intrínseca,

mas por atrevimiento lo paso al papel

y aunque me quede lejos llegar

lo intento.

Como si fuera un capricho esto de ir a cazar

perdices en la oscuridá,

tiro tiros de tinta y yerro,

continúo mastico palabras en se me atoran

y así camino.

Créanme que si aparece la resonancia

comeremos perdices.

Un entendido dijo que tal vez

si gritara contra los muros escucharía

el esperado eco, por eso

corro de aquí a allá, pido permiso

y aunque no me lo dan insisto.

Mientras tanto allimento al pájaro llamador

a ver si atrae pájaros del absoluto.

Y entiéndase que a ahí nunca se llega

pero alcanza para vislumbrar qué es la búsqueda.

(Endeveras, 2004)


(*)Jorge Leónidas Escudero nació en San Juan en 1920. Abandonó sus estudios de agronomía y se dedicó a la minería, para adentrarse en las montañas sanjuaninas, en búsqueda de metales preciosos, oro y plata y también piedras. Publicó por primera vez a sus cincuenta años. Obtuvo primeros premios en diversos concursos y recibió distinciones de entidades culturales de Cuyo. Poemas suyos se encuentran en lugares públicos. Fue incluido en la a "Antología de la Poesía Argentina" compilada por Raúl Gustavo Aguirre en 1979. Su obra fue antologada en México por el poeta y profesor Benjamín Valdivia. Compuso canciones folclóricas, recopiladas en Aires de cordillera (San Juan, 1994), musicalizadas por José Luis Aguado Castro. La siguiente lista de títulos contiene todo su material desde su primera publicación en 1970 hasta la actualidad: La raíz en la roca, (San Juan, 1970); Le dije y me dijo (San Juan, 1978); Piedra sensible ( San Juan, 1984); Los grandes jugadores (San Juan, 1987); Basamento cristalino (Filofalsía, Buenos Aires, 1989); Umbral de salida (Rundi Nuskin, Buenos Aires, 1990); Elucidario (Fos-Epsilon, Buenos Aires, 1992); Jugado (Fos-Epsilon, Buenos Aires, 1993); Cantos del acechante (Fos- Epsilon, Buenos Aires,1995); Viaje a ir (Fos-Epsilon, Buenos Aires, 1996); Poesía Completa (Foto de Ediciones en Danza); Caballazo a la sombra (Tierra Firme, Buenos Aires, 1998); Aguaiten (Canto Rodado, Mendoza, 2000); Senderear (Martín, San Juan, 2001); Le dije y me dijo (antología editada en México por Ediciones Azafrán y Cinabrio,2006); A otro hablar (2001); Verlas venir (en Danza, Buenos Aires, 2002); Andanzas mineras (en Danza, Buenos Aires, 2004); Endeveras (en Danza, Buenos Aires, 2004); Divisadero (Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2005); Tras la llave (en Danza, Buenos Aires, 2006); Caza nocturna (en Danza, Buenos Aires, 2007); A un ir a unir (en Danza, Buenos Aires, 2010); Poesía completa (Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2011)