OTRAS VOCES, OTROS ÁMBITOS

sábado, 5 de marzo de 2016

PATRICIA DÍAZ BIALET (*) "LA QUE VA"

























"La que va es una mujer que no se ha detenido. También una escritura poética que se proyecta sobre la propia senda que ella traza. Cada poema se construye dentro de la lengua que fluye, de la lengua aprendida en la infancia y la aprendida en el viaje. Es en el acto original de la escritura que se recrea además el propio viaje. La poesía se viaja escribiendo, se transita caminando como la mujer que va".
                           (fragmento de la contratapa, por Juano Villafañe)


Poemas tomados de La que va (Editorial Atuel, Buenos Aires, 2015):

 

CRUZAR EL CARTÍLAGO
Pasa eso de tener sed y estar sin lengua
Nora Etchenique

Para recuperar el termo que preserva el movimiento en sepia
                                                                                 /de mi infancia
Debo dominar la rienda insalubre de lo que debería haber sido

Quien haya transitado la órbita mía
También esquivaría la piedad con un broche de gato atado a la cola

La desgracia es un finísimo polen profiláctico



LA GENEROSA
En una u otra forma
Un día u otro
Proseguiré.
Aldo Pellegrini


Me atrae el hacerse molienda anónima que salta fuera del mortero
Así quisiera mi reingreso en el mundo

Cuando se encrespe la aurora
Quisiera ser molienda anónima
Intercalarme en el viento
Bordear lo corpóreo y no precipitarlo

Ser espíritu que no sujeta
Que no reclama

Arrullo del sol cuando amanece en la playa




DE CUAJO

Inmóvil como una estatua recibía las flechas de aspecto inofensivo que los canarios le clavaban.
Silvina Ocampo (La expiación)


La oncóloga pigmea dice terminal y se le llena la boca de saliva
Esta zángana sabe empeorar la desgracia

No hay salvoconducto
No hay santo y seña

Qué habrá notado
Con ese ojo púa que hinca su pezuña de ogresa
Y que no calma


                                                                  Un consultorio
Buenos Aires, 2010



 ARS POÉTICA

al poeta Atilio Castelpoggi
In memoriam

La poesía no es un pájaro.
Y es.
No es un pulmón, el aire, mi camisa,
no, nada de eso. Y todo eso.
Sí.
Juan Gelman


Me conoce bien mi hueso de asfixia.
Llega al máximo y luego me libera-
Creo que especula Si soporta este umbral soporta todo.

Mi hueso de asfixia retuerce su saco enfurecido.
Cuando me repongo
mi voz es un pétalo de susto.

Sólo después surge el poema.


Un taller de poesía en la SADE
Buenos Aires, 1982



MI ETERNIDAD

¿La muerte?
Sólo un gran cansancio
A orillas del mar infatigable
Alberto Szpunberg


Dos mirlos comen pan delante de mi silencio.
Así quisiera mi eternidad:
rodeada de pájaros hambrientos
a quienes pueda serle enteramente indispensable.



PATRICIA DÍAZ BIALET (Bs. Aires, 1962), profesora de Inglés, estudió Licenciatura en Actuación en el Instituto Universitario Nacional de Arte. Publicó los poemarios: Los Despojos del Diluvio, 1° Premio Fondo Nacional de las Artes 1989, Editorial Vinciguerra (1990). Testigo de la Bruma, Mención Honorífica Premio Bienal de Poesía Argentina de la Secretaría de la Función Pública de la Nación y el Fondo Nacional de las Artes 1991, Editorial Vinciguerra (1991).  La Penumbra de la Luna Llena, 2° Premio Concurso Fundación Inca Seguros 1992, Editorial Vinciguerra (1993).  La Dueña de la Ebriedad de la Rosa, 1° Premio Fondo Nacional de las Artes 1993, Editorial Vinciguerra (1994). Los Sonidos Secretos de la Lluvia, Mención Honorífica 1° Certamen Nacional de Poesía Papiros del Siglo XX, Editorial Plus Ultra (1994).  El Hombre del Sombrero Azul, Editorial Dunken, 1° edición (1996), 2° edición (1998). Papeles de Resurrección, versión en castellano de Resurrection Papers, de la poeta estadounidense Heather Thomas, Editorial Vinciguerra (2004). 
Poemas suyos fueron incluidos en la película “El Lado Oscuro del Corazón II” de Eliseo Subiela, y en el espectáculo "Con un tigre en la boca. Manual de los amantes". Fue columnista de poesía en diversos programas de radio y jurado en prestigiosos certámenes nacionales de poesía. 
Fue Secretaria de la Asociación de Poetas Argentinos, donde diseñó y coordinó durante seis años (2000 – 2005) las Olimpíadas Colegiales de Poesía. En febrero de 2005 fue invitada a presentar su poesía en la Feria Internacional del Libro de la Habana, Cuba. 
Actualmente conduce, junto a Jorge Dubatti y Juano Villafañe, el programa cultural “El Descubrimiento” , por FM 88.7 La Tribu y tiene a su cargo una columna radial de literatura en el programa “La Mar en Coche”.







SUSANA SZWARC, "El ojo de Celan"






















El ojo de Celan, Susana Szwarc, Alción Editora, Córdoba, 2014


 Mi reseña en revista Ómnibus Nro 51 (Madrid, La Mirada Malva):


http://www.omni-bus.com/n51/sites.google.com/site/omnibusn51/libros-resenas/el-ojo-de-celan-susana-szwarc-marta-ortiz.html


Texto completo:

"Basta con llevar esas frases a la boca"

 por Marta Ortiz 


tú estás /donde tu ojo está
                                                    Paul Celan

Alzo los ojos /  no veo a Dios / pero veo la lluvia
                                                                                                               Susana Szwarc


      En El ojo de Celan, último poemario publicado (2014) de Susana Szwarc (Quitilitpi, Chaco, 1954), el ojo es testigo de su tiempo: de un pasado donde conviven la infancia y los relatos del horror en el curso del siglo XX, y un presente que apela a la cotidianidad. Ojos que espejean, deforman, adornan, indagan, reflejan; en ocasiones desprendidos del cuerpo que los contiene, al modo de la imagen surreal, tienen vida independiente (al punto de esconderse –para no ver- en las páginas de un libro).  
      La poeta expresa en líneas de poesía, lo visto y mirado, muta en cronista propensa al diálogo, hay siempre un otro, un nosotros, un interlocutor que comparte lo visto, lo oído y lo dicho, lo disfrutado y lo padecido, una conversación que a lo largo del poemario no se interrumpe: “¿te acordás?”, “Vos querrías –Yo no”,  “te pregunto”, “reímos”, “te digo”, “decimos”, “te leía”, “a vos te quise tanto”, “¿qué decís?”, “me oigo escucharte”, “habíamos gritado”.
      A veces -muchas veces-, es un ojo que elige mirar a medias (el horror), que no quiere ver: “Me destapé primero un ojo / después la mano / y el guante se fue al fondo / de una fosa común” (p.10); o se cierran apretados para no ver nada, según la intensidad de lo evocado: “lejos está el recuerdo y cuando / se acerca / aprieto los ojos”. Puede también tratarse de un ojo vidrioso y aún derretirse si el estímulo corresponde, por ejemplo, a los gritos de los torturados (viejos y nuevos, siempre resuenan en la poesía de S. Szwarc: “El grito es un cuerpo que levanto con la mano.” (p.55); pero está claro que pueden también irradiar, reír, si la evocación va más lejos y alcanza el paraíso de la vida en familia, anterior a la pesadilla: “…los gritos / de alegría irradian sobre el ojo vidrioso, / el otro ojo se derritió”.
      Sucede también que el ojo (los ojos de dos: el otro, el vos) admiten relajarse y se tienden a mirar las estrellas o apuntan a deseos básicos–un trozo de carne apetecible, un corte de carne vacuna (lomo) que “brilla como el oro”, guiño a ciertos alimentos que “hoy no son cosa de todos los días”. En El desorden de las relaciones de propiedad, una garza se replica en los trocitos de los cristales rotos de un par de anteojos; y en Grisines  “espejea a mis ojos / un efecto de error, de amor, sobre las cosas del mundo” (p. 28). El ojo del poema puede también jugar con las palabras y explayarse desde el interior de la lengua y sutilezas afines: “Veo cómo te miro. Me oigo escucharte” (p.16). Nunca está ausente el tren, un viaje ininterrumpido que une estaciones del pasado y del presente: el ojo ve estrellas, mientras “Esos chicos del tren juegan: bailan  / ahora sobre mi esternón / y reímos de los panes en las bolsas” (Pasajeros, p.13).
      No está ausente el pueblo de infancia, un clon de cualquier otro pueblo: “(podría ser Avia Terai, Napalpí, Machagai, Pampa del Infierno)…” (p.44), adonde una y otra vez se vuelve y el ojo mira y la lengua escrita ventila la denuncia de las inequidades que el tiempo cristaliza: “¿Con cuántas manos / se cuenta la insistencia de la crueldad?”. Aunque en el bar cubran la ventana con lonas que oscurecen, hay otras ventanas desde donde mirar y escribir el poema, que ironiza: “…es que no hacen nada los indios, / toman tereré / y miran las alondras…/ Pero no hay alondras en este pueblo.” Y continúa:   “Aunque veo el sombrío entrelineado/ u'yalh i'hi” (p.45), y aquí, como en otros poemas de otros libros suyos, necesita una palabra escuchada antes, ligada también a experiencias infantiles, y que retorna, como u'yalh i'hi (en lengua wichi), que encierra significados diversos: respiro, suspiro, resisto…
      El trabajo de la poeta brilla en la elección, asociación, torsión, re-creación de la palabra, su material. Domina el poemario una sintaxis interrogativa que instala un  zigzagueo: se detiene porque duda de lo afirmado, vuelve atrás (y el lector también vuelve, a reconsiderar lo leído). Compone y descompone, y plantea un nuevo giro que sorprende y/o sacude y desentierra silencios: “Re-vol-ver. Volver y volver y volver, así/ muchísimas veces / ¿Se puede volver sin haberse una ido? Idas a veces estamos y otras nos llamamos…”  (p. 46). Hay un poder evocador de la palabra, nombrar es redescubrir paisajes: decir almidón, por ejemplo, en el poema Antes de comer, despierta la visión (almidonada) del delantal blanco de la escuela y el gran moño atado en la cintura que detiene el tren. La palabra poética irradia así un mapa de significaciones que es necesario indagar, interrogar, limpiar de clichés y de rutinas paralizantes, y ésa es tarea del poeta que sabe que una palabra no se agota en un sentido único, sino que, en la modulación, se multiplica: “Leo en el éter alguna palabra, agarro otra, / con la boca...” (p. 39); “No entendemos/ y ni falta que nos hace. Basta con llevar/ esas frases a la boca.” (p. 65).
      El aire se deja sentir, minúscula parodia de la tragedia de Hamlet donde el reino es  un pueblo y el lugar para el suicido de Ofelia es una palangana, remite al teatro de papel  (kamishibai), y cierra el libro, que termina como comienza, con una burla al saber de occidente. En una peculiar vuelta de tuerca, desde la mirada (o el ojo) de Hamlet, se afirma que es en la representación donde se asiste a la verdadera Historia, razón suficiente para que cuidemos a los actores (es decir, ‛cuidémonos entre todos’): “¿cuidarás que los cómicos / duerman y coman bien ¿Oíste?, /porque ellos son el compendio, la breve crónica de los tiempos.” (p. 67).