FUERA DE FOCO
(Marta Ortiz, Alción Editora, Córdoba 2019)
por Imelda Ferrero
Una epifanía nos anunciará su escritura en el epígrafe. “En
ilación de la ausencia”, las citas de las poetas Irma Peirano y Marina
Tsvetaieva se unen, se reúnen en una despedida nívea. Se erigen en laberinto
sin sombra, sin sonidos, sin luz ante una muerte próxima. Sin embargo “veníamos
de ese tiempo mágico/ anterior a los vidrios triturados” pero“no alcanza a
calentar el sol”. Palabras que vagan sin encontrar el sentido en las voces,
aunque “una nueva piel/ quedó al descubierto”.
Los relojes, “un Breitling”, no funcionan en “el sueño de
la muerte” ya que todos los tiempos se desvanecen en el “fuera de foco” de los
espacios, donde se rescata una coronita de novia.
En la “Caja de resonancia” sus muertos se desordenan
desde la figura patena (“mi padre fue pionero en desgajarse del tapiz familiar”),
las amistades, la imagen materna encarnada en un quinoto, los juegos infantiles
(“Figuritas”), los viajes retenidos en una foto. Mientras en la ciudad
circulan ruidosos skaters, urge “…fundar nuevos recuerdos”.
Y así retornan los muertos vivos de nuestro mundo, los
migrantes y los habitantes sin abrigo en nuestras veredas con “La manta de
colores”. Y como “El tiempo soñado teje caldos raros”, retornan los ruidos
urbanos con los sonidos de los pájaros en ese instante intermitente que
interrumpe nuestra nostalgia mañanera en tanto la lectura bíblica acude a un
vacío casi eterno, pues “un bosque sin emociones/ es un bosque sin lobo feroz.”
En la contemplación de un estadio o en la caminata de un
dédalo griego, la orfandad infantil se ubica en tiempos góticos que no abren la
puerta para ir a jugar. Un interrogante: “¿Qué número de círculo cierra este
infierno?” sobrevuela la Ciudad Blanca y se asevera que ahí lo onírico reina.
Por último, en “Lecturas”, se evocan en el río o en la luz los versos de Alfonsina entre un viaje mítico o una muerte con Circe. Como la siniestra claraboya de Silvina Ocampo custodia “el río revuelto de la sangre familiar”, la palabra poética de Marta Ortiz tras una “manía bibliográfica”, se fusiona con Djuna Barnes en: “la vida, el permiso para conocer a la muerte.
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