SANTOS Y DESACROSANTOS, COLECCIÓN "NARRATIVAS
CONTEMPORÁNEAS" (directoras, Gloria Lenardón y Marta Ortiz) para
Editorial Fundación Ross, Rosario.
(Reseña por Lisy Smiles en Suplemento Señales, diario La Capital, Rosario, domingo 8 de julio de 2012)
Texto completo:
IMÁGENES PAGANAS
(Por Lisy Smiles / La Capital).
En Santos y desacrosantos, Enrique Butti propone al lector adentrarse en un universo plagado de seres cuya existencia se debate entre lo sagrado y lo absolutamente terrenal.
Enrique Butti (Santa Fe, 1949) tenía en su escritorio de trabajo en el diario El Litoral un altar colmado de imágenes adorables. Quizá parte de esa
historia integre algunos de los cuentos que el escritor y periodista
santafesino ofrece en Santos y desacrosantos. Reunidos
en dos grupos, los relatos invitan a una lectura pagana, donde lo
celestial se mezcla con lo terrenal, como en cualquier altar cotidiano.
El primer conjunto de cuentos era hasta ahora
inédito. Su título presta su nombre al libro. En la escritura de Butti
es habitual encontrar cruces entre lo fantástico y lo real. Y los
títulos que componen este grupo de relatos no están ajenos a ello. Y
mucho menos los personajes que traccionan las historias. Son, sin dudas,
habitantes del universo Butti, de sus altares.
Un niño deforme que se convierte en un avezado ladrón
y es "salvado" por el amor, protagoniza "Senderito de piedras". Se
trata de "una criatura que trepa como una lagartija o como una cucaracha
cualquier altura y que como gato o rata se introduce por cualquier
rendija o agujero". El niño es pobre, indigente, y a la vez es usado por
mafiosos. Un senderito de piedras logra llevarlo hacia la luz.
En "Inmensa et innumerabilia" un escritor ahora de
provincia tras un exilio decide salir a buscar a su fantasma y para eso
retorna a Roma. Busca a su amigos, veinte años después, pensando que al
verlos podrá delinear aquel que no logró ser. En el camino, la
posibilidad de forzar un milagro lo torna al punto de partida, el
proceso creativo.
En "Ramón, santo patrono de los vendedores al pie de
la ruta", un ambiente cercano al neorrealismo permite a Butti construir
un santo inocente, de la mano de la tristeza y la injusticia.
Más cerca del delirio, "La Santa de la Cocina" hace
justicia con sandías, cerdos y múltiples vegentales gracias a otra de
las características de la escritura de Butti, la ironía y el humor que
quizá fueron disparadas por alguna imagen de una simple mujer perseguida
por la inmensidad de la tarea gastronómica.
"La historia del reloj roto" torna sagrado el pasaje
entre la niñez y la juventud. En el altar de Butti, sentir que se puede
enfrentar a lo que se teme es clave para crecer.
Desde la soledad lacerante, al menos en lo que
aparece en un primer momento, el narrador escribe a una nena muerta y
milagrosa: "Y yo también, niña santa, yo, el incrédulo, recurro a tu
espíritu, en quien no creo, para pedirte que aunque se una vez pueda
tocar hasta el fondo de otro ser, no importa con qué resultado, con qué
desilusión...". La posibilidad de ser otro para lograr existencia
quiebra esa soledad.
En Solfeo, el grupo de cuentos
editado en Méjico en 1993, ángeles y demonios se convocan en "Ciudad
salva". Mientras, la muerte se pasea como un fantasma amoroso en "Su
nombre dorado". Un encuentro inesperado obliga a un viaje al pasado en
"Claroscuro" para descubrir un misterio. Y extraños niños que habitan
una casona en decadencia revelan inquietudes insalvables.
Pero hay dos cuentos clave en este capítulo. "Opera
Omnia en mil volúmenes" es como el contrato de lectura que propone
Butti, donde su imaginación sobre quién puede leer da pistas sobre el
ambiente literario. Y el otro, "Pastor de aguas", es un emblema, allí se
muestra justamente con claridad el proyecto de escritura del autor
donde en cada drama real lo sagrado o sobrenatural, aunque absolutamente
pagano, es casi la única explicación.
CUENTOS
Santos y desacrosantos
de Enrique M. Butti. Fundación Ross, Rosario, 2012, 152 páginas, $65.
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