Publicado en el blog ANGÉLICA FURIOSA:
"Un libro de Marta Ortiz"
La ciudad natal, la casa y el paisaje sustentan desde siempre el diseño de la poesía. Obras humanas, son extensiones metonímicas de la voz. Si bien el hablante lírico nunca ha sido del todo equivalente al escritor de carne y hueso, es a partir de Baudelaire que se profundiza la distancia entre el yo lírico (máscara desrealizada, sujeto retórico) y el “yo individual del escritor, cargado con su historia personal, con su estado social, y con su psicología… ”. (Combe, 149)[1]
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