"El no tiempo de la Casa de viento de Marta Ortiz", por Alejandra Mendez Bujonok,
en la sección Letras Vueltas (información sobre actividades y eventos en todo el mundo iberoamericano y más allá), edición 006 año XI -diciembre de 2015- de la revista literaria Mediaisla. Gracias a su editor, el escritor dominicano René Rodríguez Soriano.
link a mediaisla:
http://mediaisla.net/revista/2015/12/letras-vueltas/
Texto completo:
El no tiempo de la Casa de viento de Marta Ortiz
Ortiz, Marta: Casa de viento, Alción Editora, Córdoba 2015, ISBN: 978-987 -646- 557-1, 130 págs.
©Alejandra Mendez Bujonok
Una casa
siempre es lo natal, el origen de todo. Y todo lo primario es
necesariamente de Viento, porque es una patria que se pierde y no, ya que será
una búsqueda permanente.
Siempre se vuelve allí, a ese Lugar no lugar de
recuerdos que van construyendo nuestro
paisaje interior, siempre evanescente, siempre inasible. Pero en ese
trabajo poético con la memoria en la que se va entretejiendo representaciones
oníricas de contenidos latentes y manifiestos, se recuerda para reelaborar el
arsenal del pasado. Se reconstruye un cuerpo que “de tan cuerpo es puro
espíritu” (parafraseando a Clarice
Lispector)
Marta Ortiz trabaja en esa “fase previa al brote
de la primera flor” en el antes o
en el entre.
Como diría Joseph Brodsky
“el poeta prolonga la existencia de la lengua, es una suprema operación
lingüística fuera del lenguaje”, por eso lo indecible será dado
solamente a través del lenguaje poético.
Desde lo cotidiano
profundo se teje la trama en tono leve de delicada dureza, donde los puntos de
tensión procuran esa escucha de atención flotante ante un mundo dado. Un
adentro y un afuera en diálogo permanente aunque sea estéril o inalcanzable la tarea.
Así la imagen se despliega
como aquello imposible de asir, como “arena/ en el cuenco de mi mano”.
Lo irrepresentable, y de ahí su templo (o casa) donde poder querer quedarse,
querer de querencia. Templo en el que el lector de poesía intentará de por vida
conocer lo que quiso decir la poeta en su sentir, aunque nunca lo sepa y no sea
necesario.
Hay una resonancia en cada espacio visto, cada
rincón de la casa cobra una dimensión ilusoria, irreal, como en un sueño, donde
uno nunca sabe si está despierto o dormido.
Es la Infancia en la caja de tiempo donde las lunas,
la vía láctea, los espejos, hacen un juego eterno de luces y sombras. Ese
material de anaquel escritural; Igual que los habitantes de la casa, todos
ellos, como la Madre al pedal de la Singer, que se invoca en sueños y se
corporiza para (empezar y terminar el libro con ella) o los muertos que abundan
pero no se los puede tocar.
Por eso el tiempo es un no tiempo o el tiempo del
poema, donde se desdobla el pasado y el presente y como en el poema “Sombras
chinas” el presente es pasado evocante y el pasado es un presente constante.
En tipografías que suma, escribe, la poeta de la
casa de viento, desde su sensibilidad inteligente, desde su universo único de
palabras.
Escribe, un universo al que nos gustará regresar de
vez en cuando, como a la casa natal propia, como en ensoñación infantil, donde
poder querer quedarse.
Esta obra como templo o casa de viento, nos dará
amparo poético, acaso el único posible.
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