OTRAS VOCES, OTROS ÁMBITOS

miércoles, 6 de enero de 2016

Reseña a CASA DE VIENTO en revista "mediaisla" (por Alejandra Mendez Bujonok)






"El no tiempo de la Casa de viento de Marta Ortiz", por Alejandra Mendez Bujonok,

en la sección Letras Vueltas (información sobre actividades y eventos en todo el mundo iberoamericano y más allá), edición 006 año XI  -diciembre de 2015- de la revista literaria Mediaisla. Gracias a su editor, el escritor dominicano René Rodríguez Soriano.

link a mediaisla: 

http://mediaisla.net/revista/2015/12/letras-vueltas/

 

 

 

Texto completo:
  

El no tiempo de la Casa de viento de Marta Ortiz

Ortiz, Marta: Casa de viento, Alción Editora, Córdoba 2015, ISBN: 978-987 -646- 557-1, 130 págs.

©Alejandra Mendez Bujonok 

  
Una casa  siempre es lo natal, el origen de todo. Y todo lo primario es necesariamente de Viento, porque es una patria que se pierde y no, ya que será una búsqueda permanente.

Siempre se vuelve allí, a ese Lugar no lugar de recuerdos que van construyendo nuestro  paisaje interior, siempre evanescente, siempre inasible. Pero en ese trabajo poético con la memoria en la que se va entretejiendo representaciones oníricas de contenidos latentes y manifiestos, se recuerda para reelaborar el arsenal del pasado. Se reconstruye un cuerpo que “de tan cuerpo es puro espíritu” (parafraseando a  Clarice Lispector)

Marta Ortiz trabaja en esa “fase previa al brote de la primera flor” en el antes o en el entre.

Como diría Joseph Brodsky “el poeta prolonga la existencia de la lengua, es una suprema operación lingüística fuera del lenguaje”, por eso lo indecible será dado solamente a través del lenguaje poético.

Desde lo cotidiano profundo se teje la trama en tono leve de delicada dureza, donde los puntos de tensión procuran esa escucha de atención flotante ante un mundo dado. Un adentro y un afuera en diálogo permanente aunque sea estéril  o inalcanzable la tarea.

Así  la imagen se despliega como aquello imposible de asir, como “arena/ en el cuenco de mi mano”. Lo irrepresentable, y de ahí su templo (o casa) donde poder querer quedarse, querer de querencia. Templo en el que el lector de poesía intentará de por vida conocer lo que quiso decir la poeta en su sentir, aunque nunca lo sepa y no sea necesario.

Hay una resonancia en cada espacio visto, cada rincón de la casa cobra una dimensión ilusoria, irreal, como en un sueño, donde uno nunca sabe si está despierto o dormido.

Es la Infancia en la caja de tiempo donde las lunas, la vía láctea, los espejos, hacen un juego eterno de luces y sombras. Ese material de anaquel escritural; Igual que los habitantes de la casa, todos ellos, como la Madre al pedal de la Singer, que se invoca en sueños y se corporiza para (empezar y terminar el libro con ella) o los muertos que abundan pero no se los puede tocar.

Por eso el tiempo es un no tiempo o el tiempo del poema, donde se desdobla el pasado y el presente y como en el poema “Sombras chinas” el presente es pasado evocante y el pasado es un presente constante.

En tipografías que suma, escribe, la poeta de la casa de viento, desde su sensibilidad inteligente, desde su universo único de palabras.

Escribe, un universo al que nos gustará regresar de vez en cuando, como a la casa natal propia, como en ensoñación infantil, donde poder querer quedarse.

Esta obra como templo o casa de viento, nos dará amparo poético, acaso el único posible.


 




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