Espera
Acechábamos incrédulas
una señal un atisbo
en la noche serena.
Helaba.
Yo seguía la cinta de luz
en la cadena de automóviles
ella moderaba el sesgo desbocado
en las piruetas del cachorro
olfateaba como yo
oteaba el aire intenso
se cargaba de partos.
Yo tildaba las ramas
rapadas dos o tres hojitas
tardías
como pelos fatuos.
Auscultaba
por encima del árbol
y más alto aún
fuera del entorno deshilado
de las luces de neón
y un cierto resplandor nevaba
añicos copos
cristalizaron mi cuerpo.
Aterida,
palpó en la piedra
la paloma el tibio simulacro,
nidos de ceniza tocaron tierra.
No quedan dudas:
el invierno coagula entre nosotros.
Una tenue tela
estampa
mariposas al vapor
gotea
violetas en el vidrio.
El efecto gráfico
a la luz de las farolas
sube de lo hondo entre los plátanos
al quinto piso.
La ventana revela
la boca del balcón
abre al vacío.
Detrás, el viento rumorea
ramas incendiadas.
No vi un mar azul
leí herrumbres, celajes
en el viento.
Junio era un oráculo:
éxodo el óxido
viaje silente
exilio cielo abajo
hasta morir
(estrella de tres puntas)
la hoja
en el pulido impávido
pavimento
jaspe precolombino
piedra sacrificial.
También nosotros
eludíamos el invierno
la desmembrada
exhausta anatomía
apenas polvo
-grisalla-
textura de ala rota,
la hoja que ha caído.
Vi plátanos grises
escorias
mudanzas.
por Marta Ortiz
2 comentarios:
En "No vi un mar azul" de Marta Ortíz parece que la vida pierde tonalidad.Es tan solo una apariencia pues las equis y las jotas suman chasquidos para vitalizar la sonoridad del viento invernal.En esos versos lo tonal se torna pantonal.
gracias por el comentario, David, como escribí en el FB, la relación escritura-tonalidad (color y sonido) reinventan el poema o al menos,lo iluminan dibujando en la palabra "pantonal" el crescendo de una música secreta que el lector sensible estará en condiciones de hacer suyo.
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