BAILE DE CARNAVAL
por Marta Ortiz
Se detiene en los detalles, le ayudarán
a reconstruir ese fragmento de infancia fijado en la fotografía en blanco y negro que sostiene
entre los dedos ‒la gota de resina que atrapó al insecto convirtiéndolo en
fósil‒. Ella, en primer plano con otras dos niñas, disfrazada de
aldeana, no recuerda.
La foto en blanco y negro tiene un
reborde decorativo, dentado. Encaja sus cuatro puntas en una base de cartulina
rectangular con tapa, como una tarjeta de cumpleaños o de Navidad. Cartulina de
textura rústica amarillenta, cosas del paso del tiempo. A Portrait Study, palabras impresas en la portada (se usó una tipografía
artística con exceso de curvas y repliegues enlazadas entre sí), revelan el
origen extranjero del papel. Una lámina extra de papel de seda transparente,
papel araña, protege la fotografía tomada en un club de barrio, noche de
carnaval. Fotógrafo Social R. L. Martínez, dice el sello de autoría.
Detrás de la mesa que ocupa el grupo
completo, los caños gruesos y el recuerdo impreciso revelan una cancha
posiblemente de básquet. En su perímetro interior se distribuyeron mesas y
sillas. Los adultos, en la línea del fondo, sonríen a la cámara. Algunos,
usando un cocoliche de sello propio, se ven ridículos. El primero a la
izquierda, en el último plano de la toma, eligió una careta con gran nariz,
bigote mostacho y anteojos redondos unidos a unas cejas hiperpobladas. El
disfraz se completa con un sombrerito hongo, de paja, y un moño de payaso
abrochado al cuello. Lleva del brazo a un hombre corpulento, su máscara exagera
rasgos faciales de mujer, viste un batón
floreado, cartera blanca y collares multicolores.
En la segunda línea, sentadas a la mesa,
las cuatro mujeres de la familia que no es la suya, miran atentas y expectantes
a la cámara. No llevan disfraces. Ella no ve a nadie de su familia, se trata de
una familia vecina. En la primera línea, exhiben la amplitud de sus faldas, posando
para el fotógrafo, las tres niñas también sentadas: Yita es la bailarina (tutú
de color oscuro, parece terciopelo, volado de seda y brillo de lentejuelas);
Carlita la hawaiana abre las hebras de rafia que cuelgan de su pequeña cintura
de tela a rayas; y ella, Dalia, la aldeana de delantal blanco almidonado y
cuidadosamente planchado, y un mini corset con lentejuelas en la cintura. Un gran moño también
con lentejuelas, alas de mariposa, enmarcan su cabeza.
La noche de carnaval, esa noche precisa
que ella sostiene entre sus manos, no se sale del marco de la fotografía, no
expande la visión salvo por el auxilio de la memoria que emparcha huecos con
recuerdos prestados; haciendo uso de esos parches puede entonces ver la cancha transformada en pista
de baile, baile familiar. Ve guardas de papel de barrilete y farolitos chinos. Hay
mucha gente, es difícil caminar. No alejarse, no perderse. Mascaritas y
mascarones. Sabe que el Carnaval es una fiesta que estimula la inversión
social, los pobres se sienten ricos y los ricos prueban la libertad de sentirse
pobres. Todos travestidos.
Pero todo se borra cuando una nueva
imagen sube, nítida, desde las profundidades y se superpone a todas, a
las propias y a las prestadas: la ve a su madre todavía joven, activa, en el
gesto de acercarle un figurín de modas abierto en la doble página con modelos
de disfraces para febrero. Esas revistas antiguas que sugerían la moda con dibujos, más que con modelos de carne y hueso.
Para niños y adultos. Le pide que elija uno, los señala ¿cuál te gusta más, de indiecita, de aldeana, de odalisca, de princesa, de…?
No sabe por qué, aquella niña cree que será
feliz vistiendo el traje de aldeana. Éste, dice, y lo señala con el índice,
quiero que sea igual. Y la madre sonríe satisfecha y cierra el figurín pensando
ya en las telas, la tafeta, las lentejuelas, las medidas. Espejadas una en la
sonrisa de la otra, son cómplices, todo es juego. Esa misma tarde irán a la
tienda a comprar los materiales para confeccionar el disfraz. El mismo que ella
luce en la fotografía tomada una noche de carnaval, hace muchos años, en un
club de barrio.
febrero de 2015
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