OTRAS VOCES, OTROS ÁMBITOS

viernes, 9 de julio de 2021

RESEÑA A MI POEMARIO "FUERA DE FOCO" EN REVISTA CONFLUENCIA (PRIMAVERA 2021), POR IRMA VEROLÍN


Publicación del Departamento de Estudios Hispánicos de la Universidad de Colorado (USA)

TEXTO COMPLETO:

La belleza de lo que pide ser revelado


Irma Verolín


Escritora Independiente


Marta Ortiz: Fuera de foco. Córdoba, Argentina: Alción Editora, 2019. 103 pp. ISBN
978-987-646-830-5.


Estos poemas repartidos en cuatro secciones dentro del libro se ocupan de lo cotidiano: el simple acto de rallar una zanahoria, la irrupción de lluvia descontrolada, la vida en un geriátrico, un arroyo, figuritas infantiles, las intrincadas y sugestivas peripecias de los sueños nocturnos, la belleza de un quinoto, sonidos de patinetas en medio del silencio de la madrugada, así como de lo menos tangible: la pérdida del amor o el deleitable acto de leer y el de escribir en su carácter de tarea especular.

   En el texto inicial que abre el volumen con el título “Profecía” aparece ya un definitivo indicio: lo que se encuentra allí adelante resulta inaprensible. En la literatura de Marta Ortiz este rasgo no es sorprendente, ya que existe una correlación entre su mundo narrativo y su producción poética, emparentados ambos por la búsqueda de una mirada que encuentra misterio en el mundo, la riqueza de lo variado, causas de fascinada indagación que suelen dejar flotando lo aprehendido. Ese rico espacio exterior que es motivo de la captación y de la atención poética se muestra como un ámbito cautivador y atrapante. Luego, en el primer tramo que agrupa los poemas bajo el título de “Ilación de la ausencia”, surge una ausencia cargada de presencia. El proceso de duelar al ser querido supone, inevitablemente, la reaparición de lo que ya no está: lo poseído es lo mismo que aquello de lo que se carece, de manera que nos topamos con una ambigüedad, una incerteza, un área fronteriza. En el poema que abre el libro surge una imagen vibrante: las dos caras de una moneda. Derecho y revés en tensa oposición, lo muy visible y lo que se encuentra entre bastidores oscilando en su intermitente aparición. A partir de a aquí ya está trazado el rumbo estético de este conjunto de poemas.

  Apenas se ingresa en Fuera de foco puede observarse que estamos frente a una poesía que valoriza lo rítmico y la experiencia perceptiva. Musicalidad e imagen ensambladas en un movimiento que no admite notorias disonancias. Aún así el ritmo suele apoyarse en lo entrecortado, cuya función consiste en enfatizar, entre otras características, el recorrido de la mirada y el contraste necesario que algunas temáticas plantean. Una poesía que da la sensación de introducirse en el interior de las cosas y los seres para  desentrañar sus secretos y, desde ese hondo interior, rescatar el detalle sutil de lo que, escondido, relumbra. Una poesía que expresa el panorama de lo indecible, acaso de lo más indecible, lo oculto, lo que pide ser revelado. Ese aspecto del mundo secreto que sobrevuela en los poemas de este libro desgrana sus sutilezas y vuelve a replegarse. La voz que va hilvanando estos versos dala impresión de extraer el punto nodal de lo más preciado para dejarlo allí, encapsulado, ante la vista de todos. Podría afirmarse que se trata de una poesía de la belleza de lo oculto que produce el desocultamiento en detallado y cuidadoso proceso. Hay un detenimiento en el detalle que logra alcanzar un toque de epifanía, de aparición momentánea y fugaz. Y la fugacidad da lugar a la pérdida en la que con cierta frecuencia el sujeto se abisma o trastabilla.

    A medida que se avanza en la lectura de Fuera de foco se hace necesario plantearse la relación que la poesía de Marta Ortiz ha establecido con un silencio que desnuda los matices de su voz. Cada verso va recorriendo el borde del silencio y ya sabemos que el silencio es ese lugar privilegiado que potencia el alcance de cualquier enunciado, sin duda para el género poético es el germen donde quedaron encerrados los grandes interrogantes. Al jugar por los bordes, haciendo que la palabra se sitúe también en ese límite, gracias a la necesaria ambigüedad se acentúa su poder de evocación y, al mismo tiempo, se enriquece la mirada. Desde el silencio que enmarca los poemas nace el rescate de lo focalizado mediante un trabajo de filigrana y aguda observación. El acto de dilucidar lo escondido se presenta como un proceso continuo que eleva la mirada del sujeto de la enunciación y a la vez habla de su condición de testigo y de su capacidad de descubrimiento, poniendo de manifiesto un mundo enjoyado que alguna vez se replegó para que ahora, con un gesto casi ceremonial, se realice el camino inverso y se despliegue. No casualmente el título del poemario Fuera de foco nos remite al ejercicio de mirar, en este caso haciéndolo de un modo desenfocado, como si el minucioso trabajo residiera en realizar un corte transversal para escapar de la rutina de la observación automatizada. Se hace necesario recordar el precepto de los formalistas rusos de principios de siglo XX que proponían la desautomatización de la
percepción como premisa básica ante el inicio creativo de una obra artística. El acto de mirar en el contexto de la obra de Ortiz es una práctica arriesgada que puede conducir al quiebre del sujeto, atravesado por su estar en el mundo, porque aquello que es mirado moviliza toda la afectividad del ser en su condición de vulnerable humanidad. Lo que se desencaja aquí abre la posibilidad de ver como un vidente a la manera de Rimbaud, un vidente que rompe esquemas y modelos prefijados. Quizá por tal motivo muchos poemas dan la sensación de que la mirada no se desliza desde afuera hacia adentro sino al revés, que el punto focal se sitúa en el interior de lo observado y se desplaza hacia un afuera como se evidencia claramente en el poema “Ralla la zanahoria” (pag. 57).
    Las cuatro partes en que está dividido el volumen intentan ordenar lo inasible de ese desmenuzamiento del mundo y organizan así un microcosmos en el que la ausencia del ser amado abarca la primera mirada con un alto grado de intensidad lírica y conduce a la reflexión o eleva el nivel de comprensión: “entendí/ que la fuerza de tu sonrisa/ venía de las astillas perdidas/ de la inmortalidad” (pag 16). En la segunda parte se reúne una serie de misceláneas donde los espacios parecen ocupar el primer plano. En la tercera hay un predomino de la temporalidad, cierto rasgo onírico y en el último, tal como su nombre lo indica, impera lo dialógico, de esta forma la culminación del entrañable recorrido de la mirada se vuelve sobre otras escrituras literarias con el mismo fervor con que antes se buceó
en la propia interioridad o se desplazó el punto de atención hacia el afuera. Las palabras claves para abordar la poesía de Marta Ortiz podrían ser ambigüedad, intensidad e inasible. Este nuevo libro se suma al trayecto iniciado con Diario de la plaza y otros desvíos y Casa de viento para seguir delineando un compacto y sugestivo universo poético.



 
















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