Oráculo
A mi abuela Iti
…el recuerdo es el pliegue y el olvido la urdimbre.
Walter Benjamin
I
Esa mujer trenzaba un rodete en la curva de la nuca.
Un suburbio de agua,
su retrato
abruma mi ciudad de olvido.
La mirada aguda interpela el vacío.
Hubo glicinas
tardes de mimbre
sombrillitas chinas
muñecas Marilú,
las voces niñas de las otras nietas
desenterraban
el único hueso escamoteado para mí:
el mito,
silencio de camafeo.
II
No la abuela que no conocí,
la que bebió del cactus en el desierto
el agua
la que pisó corajuda el fortín
a contramarea de la patria
vulnerada y venerada
en mi ciudad de amnesia.
No la que murió
loca de vieja y asmática
en el confín,
del que un día
no bajó más
altillo des-aireado
solo fatiga y asfixia.
Para que se cumpliera
cada línea y entrelínea,
el oráculo
al pie de mi cuna cifrado:
su mirada nunca encendería la mía.
Solo puentes.
Voces tendidas en el tiempo.
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Cada tanto el eco
supura, gotean
el cansancio aquella noche
el hotelito de mala muerte
cerca de Tandil abría la boca
succionándonos
no olvido los ojos velados
la mirada cruda del conserje.
Veníamos del mar
el equipaje cargaba el viento marino
el olor a sal,
Tears in heaven garuaba en los rincones
-Clapton sube la escalera con nosotros –, dijiste.
¿O quizás su hijito aún vivía y no era Clapton?
Puerta número seis
la llave relumbraba entre tus dedos.
Había un florero de cristal
(sonreíste porque dije cristal)
un ramito de fresias.
Dormimos allí
velamos mi febrícula mi dolor de cabeza
que obligaron a la pausa
a buscar el albergue al menos limpio
un comedor presentable:
conejo a la cazadora, el menú del día
y el sabor salvaje acidulado
nos acompañó toda la noche
hablamos hasta secarnos la lengua
de casi todo
dos aspirinas mediante
y té de limón azucarado.
Lo de siempre
los proyectos el futuro
el filo de los libros
yo era de comunión diaria
con libros como hostias
las voces me habitaban
en ese tiempo eran Julio
y Alejandra desvelada
pasajera de la noche.
Oía tus párrafos,
un oleaje lejano:
que la economía
que la base filosófica
que había un sentido oculto…
Me dormía
arropada en la monocordia.
Columpios,
así se oía tu voz de madrugada.
Por Marta Ortiz (de Diario de la plaza y otros desvíos)
2 comentarios:
Los poemas de Marta, que había leido en su libro...me parecen de una madurez sin inocencia; donde el despojo de las vanas expresiones, revaloriza la desnudez del sentimiento. Un abrazo.susana rozas
Gracias Susana, tu lectura de poeta, siempre generosa, tu calidez...
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