"Adorable" exposición de fotografías de la artista plástica y fotógrafa Marita Guimpel en la Galería de Homenajes del Palacio Vasallo, Concejo Deliberante de Rosario (del 3 al 29 de agosto).
Qué cosas aparecen
cuando María Aparecida aparece
La mirada de la
artista se detuvo en el hambre y la discriminación, focalizados en la infancia
desvalida o marginada. A partir de elementos cotidianos: la muñeca negra rescatada de sus juegos de niña, masas de confitería, pirotines, sillitas de juguete,
moños decorativos, telas y otros objetos, construyó un mundo entrañable, el de
la niña negra María Aparecida.
No es casual el nombre elegido, María
Aparecida aparece y desaparece, pero cuando aparece (y lo hace de este modo simpático
y colorido –donde
la experta fusión de la plástica y la fotografía aportan lo suyo– desde su mirada
infantil, rodeada de un mundo que sueña armónico, hospitalario, abundante y de
colores firmes), ella nos recuerda a quienes miramos y admiramos las
fotografías, un aspecto que ninguna sociedad debe soslayar, que es como
decir "olvidar": los alimentos –como las magdalenas que menciona en su
texto Marita Guimpel–, deberían mojar, como la lluvia, a todos los niños
del mundo por igual.
Claro que la realidad fue y es todo lo contrario de lo que María
Aparecida sueña.
La luz que en dosis exactas ilumina la composición, subraya el sueño de
un mundo mejor. Los sueños suelen reponer carencias, la imaginación tiene el
poder de encerrar, a quien se deja llevar por “la loca de la casa”, en una
burbuja de fantasía. Las masas finas y el mundo luminoso y colorido representan
aquí la burbuja y la carencia, la línea de sombra que, por contraste, incluimos
en la escena. Una de las carencias, porque entre las muchas María “Aparecidas” en
diversas partes del planeta arrojadas o arrancadas de su lugar de origen, hoy y
ayer, hubo/hay privaciones y penurias de toda laya: niñas y niños víctimas de abuso, trabajo
infantil, esclavitud, además del hambre y la marginación anexos.
Nadie puede prohibirle a esta niña soñar, Marita Guimpel asiente y le
entrega su caricia protectora al presentarnos el sueño de María Aparecida. El
claroscuro moviliza –si existe una utopía es porque hay un reverso que la niega–; la infancia abusada y desvalida está allí, como
una papa caliente, en cada esquina, en las calles, en los portales, aguardando.
por Marta Ortiz
2 comentarios:
Cuanta ternura tienen las imágenes.Los colores parecen aportar alegría a las carencias, a las discriminaciones, al abuso, suavizan mágicamente, con su luz, el dolor.
es cierto,aportar belleza y alegría a una realidad que nos duele a todos. gracias Trama, Cooperativa de Trabajo, saludos
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