Georgia O´Keefe, red poppy, 1927 |
OTRAS VOCES, OTROS ÁMBITOS *
Horas
Esa niña flaca, decimal con su
flor
roja al ladito del borde: mira
claramente al que
levanta la pala
un pie va a hundirse –con la pala–
en el montón de barro.
Es la hora del entierro y la flor
por arte de magia será libro.
La niña –que no sabe–
lee “sobre el dolor inmensurable
los nietos no nacidos”.
Nos distraemos por el sonido de
un saxo
que comienza a trepar –metálico–
hacia atrás y salen más niñitas
de los ranchos.
Es la hora del pedido:
ejendú ché, omé é ché un pedacito
de pan
–golpean, esos niños, sin padres
–otra vez, piden pan
–¿no les dan?
Ordenemos la historia ¿Evita
había muerto?
¿Perón había caído? ¿Su estatua
destruida en
la placita Sarmiento? ¿Yo tenía
el sarampión?
¿Cantaba Ramona Galarza? ¿Tu
perro
aquella noche era un lobisón?
¡Oh!, sí, tal vez tu perro
aquella noche, era. Lame la sal
del cuerpo y
las tan estrellas caen, por mí.
El lobisón desvanece de cercanía.
Apenas
alcanzamos los breteles. Maldito
gallo, que se
calle. Y que nadie sepa nunca.
Otra hora: tu siesta, los
mosquiteros hacen
marchas hexagonales sobre mi
morena
piel más vieja que el sulki
verás la polvareda y en ella el
surco
¿dónde aún me harías caer?
(la longitud del muro hace a la
partida
de los perros)
Recordemos: la niñita –la de la
flor roja–
detenida como en un recital
infinito y el saxo:
único movimiento acompañado por
el taburete
donde una madre oye:
–¿quién no ha leído a Nietzsche a los 17 años?
dirá él, ágil sus dedos arman
cigarrillos
sus ojos alucinan patios y
potras.
Dirá, es la hora de jugar: serás
Yocasta
y juegan al día más perfecto de
la historia.
Guardan azúcares aceites en el
jarrón de lo indecible
juegan a encontrar los fierros
para disparar: a los gatos
las alarmas al hueco del jarrón y
a sacar al muerto
de su torpeza: su obstinación de
muerto.
Arrancan flores hasta la niña
decimal
jadean:
ningún patio es completo
ni siquiera el de la madre.
Recordemos: el saxo, las horas,
la niña que dice es la hora
y vuelve a leer.
Cerrado
Alcanzan las manos ese género y
lo vemos –nosotras–
rodar (sentadas sobre el mostrador
las piernitas flacas golpean
su madera y creemos que habrá
siempre
así) hasta que se detiene.
Tienda y tela llenas de flores.
Disfruta de su espesor
y mide.
Con la memoria
cubre
de vestido
otro cuerpo.
Alcanza para ello.
Se ve
porque tranca la puerta.
Intervalo
Vacilante
dejó de leer porque decía:
se ha quedado.
Alguien que amara
esa fotografía:
materna tierra de nieve
los torpes crímenes / derroches /
espacio incierto de orín
en los vagones / humo
De este lado del paisaje
-sin importar lo que apetece-
el aire daría vuelta la página del libro.
Más lejos
¿Nos bastarán los ojos? ¿Sí?,
¿para decir: hacia dónde (dónde)
va la historia?
Una ventana, sí, un ojo, sí,
para mi pura protesta o tu demanda:
querer más
y el espacio ampliado del libro
la fruta en las bocas.
¿Recordás?, diremos: juntas
hemos visto –y eso es seguro–,
moverse las piernas
de las paralíticas
del malecón.
Milagro de una revolución, dije.
País donde hasta el mudo ( )
mientras me acusan: chiste
histórico, dije.
Y hablaba de otra grandeza.
(Sin embargo, el agua está quieta
y mis muertos miran tu pregunta preferida)
Hacia la piedad mis ojos,
allí donde injusticias
ya no abundaran,
ellos, pobrecitos, daltónicos,
no dejan de avisar.
El tiempo regresa
En el
prolongarse de las vías
alguien lanza
piedras
con pasión.
Allá detrás
de los árboles
también
hay
durazneros.
Insistencia
del ojo
en tránsito:
ver
sus flores
(rosadas-rosadas)
mientras el
guardatrenes nos obliga
a no mirar.
¿Cerrar las
persianas
evitaría el
golpe
a la mirada en
flor?
Es cuestión de
tiempo esperar
el fruto (de
la estación
más bella
de la flor que
cae
pedrada-rosada).
¿O escuchar a
otro
pasajero
dormir sin
saber
si –ahora–
sueña?
Como si
mordiera el durazno (sus flores)
por distraer
incesante
lo que
doliera.
(*) Susana Szwarc, 1954, Quitilipi (Chaco), Argentina. Publicó:El artista del sueño (Tres tiempos, 1981), En lo separado (Poesía, Ultimo Reino, 1988), Trenzas (Novela, Legasa,
1991), Bailen las estepas (Poesía, De la Flor, 1999), Bárbara dice (Poesía, Alción, 2004,2005), El azar cruje (Cuentos, Catálogos, 2006), Una Felicidad liviana (Cuentos, Ed. Fundación Ross, 2007) Aves de paso (poesía, Cilc, 2009). En literatura infantil: Había una vez una gota, Había una vez un circo, Salirse del camino y otros cuentos (el Quirquincho), y Tres gatos locos (Dirección Letras, Chaco). Su obra teatral fue representada en teatros porteños, así como el kamishibai (teatro de papel) en diversas provincias del país. Primer Premio Nacional —Iniciación— de Poesía, PremioAntorchas a la Creación Artística, Premio único de poesía inédita de la Municipalidad de la ciudad de Bs. As., premio internacional de cuentos Julio Cortázar,
entre otros. Cuentos y poemas suyos fueron traducidos al alemán, inglés, catalán y chino-mandarín.
1991), Bailen las estepas (Poesía, De la Flor, 1999), Bárbara dice (Poesía, Alción, 2004,2005), El azar cruje (Cuentos, Catálogos, 2006), Una Felicidad liviana (Cuentos, Ed. Fundación Ross, 2007) Aves de paso (poesía, Cilc, 2009). En literatura infantil: Había una vez una gota, Había una vez un circo, Salirse del camino y otros cuentos (el Quirquincho), y Tres gatos locos (Dirección Letras, Chaco). Su obra teatral fue representada en teatros porteños, así como el kamishibai (teatro de papel) en diversas provincias del país. Primer Premio Nacional —Iniciación— de Poesía, PremioAntorchas a la Creación Artística, Premio único de poesía inédita de la Municipalidad de la ciudad de Bs. As., premio internacional de cuentos Julio Cortázar,
entre otros. Cuentos y poemas suyos fueron traducidos al alemán, inglés, catalán y chino-mandarín.
Más datos de Susana Szwarc:
2 comentarios:
La poesía de Susana siempre nos lleva de viaje, atravesando estepas y ghetos y campos de exterminio de la Polonia natal de sus padres, de las calles del Quititilipi de su infancia, de su balcón sobre calle Aguirre, en vagones, en flores, en niñas decimales que duran lo que las flores no. Exhumamos cuerpos poéticos, revoluciones interiores y la historia, siempre la historia como otro futuro...
si, me bastaron los ojos y la emoción para internalizar estos poemas, esa niña de piernas flacas que no deja que se olvide. susana zazzetti.
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