Marina Kohon, La Ruta del Marfil, Alción Editora, Córdoba, 2012
OTRAS VOCES, OTROS ÁMBITOS*
Mis
notas a La Ruta del Marfil
Clavadista en un mar de hielo
·
En el primer apartado de tres, cuatro Cantos
(algo de celebración, algo de épica conlleva el Canto, recordemos que en Cantos
se organizaban los poemas épicos) y un epílogo, dan cuenta de la experiencia
(fundacional) de la maternidad de la poeta.
En el Canto I, dedicado a sus hijos Julián y Andrés –“De la
carne se desprendieron dos luces”‒,
leemos que el nacimiento fue capaz de hendir la línea recta del tiempo y
definir allí un círculo-nido en el que: “permanecimos formando una tríada”; alimentados los hijos “con mi leche, un marfil
de luna”. Círculo que en los cantos siguientes demuestra que su perfección no
está exenta de que se le abran llagas dolorosas: alguna vez debieron pasar la
difícil prueba de recorrer “…separados el desierto”. La función materna se expone como un sutil entretejido de
actos propicios, sostenedores: “tomar las partículas doradas / del tejido del
polvo elevándose, / retener la vida”.
·
La segunda parte hace pie en la visión
amenazante de la no-certeza: “Temí y amé lo incierto”; la pérdida en medio de
la posesión, la posibilidad de la libertad: aullar a la noche como el poeta a
la luna. La poeta reconoce su obstinación, su vocación utópica: “Ser clavadista
en un mar de hielo”, instalada en la convicción de ser una sobreviviente a las pocas
certezas que carga una mujer “a secas”, reconoce: “no hay manuales, / como
puedo”. La clavadista también mide la
distancia insalvable entre sentir el roce del poema y la posibilidad de su
expresión.
·
En la tercera sección se despliegan el
amor y sus riesgos, los contrastes: “hilo ígneo”, el fuego sobre el mármol, el
riesgo de la equilibrista que se atreve a mirar y tocar la intensidad de “un
terreno espeso”.
·
Palabras que se repiten, se hilvanan se
tejen entre sí, el tejido trama los pasos y las palabras. La sed se hilvana a terrenos arenosos y
salitrales; se suman la piedra, el viento, la espuma, cristales, agua, cielo y
nube. Y también la llaga, el tajo, el hastío. Poesía y búsqueda intensa de la
palabra justa, esa que agrega la luz de la visión que se quiere transmitir, con
la música propia que nombra como si fuera la primera vez, como bautizando.
©Marta Ortiz
(Todos los
poemas aquí reproducidos pertenecen a La Ruta del Marfil)
Temí
y amé lo incierto.
Volé
con la inmensa felicidad de los ingenuos.
Y
pequé
cada
vez
que
tejí con espuma
los
ojos del amor.
Hablo
del hastío
que
atraviesan las palabras
cuando
agotan su peso
ese
lugar
entre
mi silencio
y
el piso de tus ojos.
cristales
de agua
mantienen
en reposo
la
intención de un verso
‒la
calma en un espejismo‒
la
significación
un
fragmento
que
se refugia
descendente
un
ancla llevando secretos
en
la laguna sin fondo
en
la laguna sin cielo
mientras
la mano vuela
en
círculos como la gaviota
sin
poder rozar la voz
que
estalla
dentro
Caer
hasta crecerse en alas
y
entender
que
en la intensidad
se
sostiene el mundo
que
lo que estalla
debe
enhebrarse en la luz
para
ser respirado lento
que
el deseo está ahí,
consumando
su resplandor
tan
perfecto en los matices
a
lo largo
de
la ruta del marfil
*Marina
Kohon nació en Mar del Plata en 1965 y reside en Bahía Blanca. Es profesora de inglés y poeta. Publicó “La Ruta del Marfil”, Editorial Alción y
próximamente “Banshee”, una colección de poemas sobre leyendas celtas,
Editorial Hemisferio Derecho. Coordina desde hace tres años un Club de Lectura
de Literatura Irlandesa. Fue finalista en el concurso de poesía de Ruinas
Circulares 2011 y Jurado en el concurso de poesía de María Pilar Escalera
Martínez 2012 (España)
Ha traducido a varios poetas: W.B. Yeats, Paul
Muldoon, Billy Collins, Elizabeth Jennings, y Jaan Kaplinski entre otros.
Colabora como traductora con el blog de Jorge Aulicino. Admistra el blog:
Ogham, de Arte Celta-Irlandés y traducciones.
2 comentarios:
Gracias Marta por la lectura delicada y esta reseña. Un gusto estar en tu blog.
Marina
El gusto es mío y de los lectores del blog, Marina. Tu poesía es huésped de lujo.
Marta O
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