domingo, 14 de agosto de 2011
domingo, 31 de julio de 2011
MARCOS SILBER

FOTOGRAFÍA: Carlos de la Rúa (España. 1966)
OTRAS VOCES, OTROS ÁMBITOS (*)
Usted recordará a la mujer de la sombrilla rosa
que vivía en mi poema de entonces;
única, espléndida, se paseaba por las callecitas del texto.
Claro, el tiempo pasa, la vida.
Ahora se sale la mujer de la sombrilla rosa
en busca de la casa final.
Y llama que llama a la puerta la desvelada.
Y el guardia que no, lo siento.
Y que por favor, vengo de tan lejos.
No insista, no es posible.
Y le ruego, sea comprensivo.
Y que no, usted está viva,
debe cumplir con el requisito de morir.
Y ella que nada, por piedad, debo entrar,
traigo una gigante fatiga y debo conocer
el sitio donde me tumbaré para siempre.
Cede al fin el duro de la historia.
Agradece la mujer.
“Y la sombrilla, ¿dónde debo dejarla?”
Disección
La primera incisión, sobre la frente,
paralela a la línea del Ecuador,
con cuidado de no dañar el soñar del sueño.
La segunda, llevar el bisturí como pincel de ángel,
conducirlo de una a otra apófisis mastoidea
pasando por el portal de la boca -con precaución-
de no rozarle siquiera una vocal a la palabra.
La siguiente, sobre el arpa del torso
entre la quinta y la sexta intercostal,
por delante del ventanal del timbal que cesó
guardando de no perturbar sus mareas de pasión.
La incisión contigua
trazarla con pudor de nave de seda
uniendo ambas espinas ilíacas antero-superiores,
en las terrazas de las carnes rojas del ardor
evitando atormentar sus recuerdos
en las terrazas de las carnes rojas del ardor.
A la altura del triángulo de Scarpa
detenerse y beber el vino
para celebrar la vida que hubo.
(Una sola copa, hay que continuar).
Ahora bien, sobre los muslos, nada;
no despertar las caricias que aún.
Más al sur
descender el acero por las laderas de las tibias
arribando a cada pie. No más.
Hasta el inicio de la sombra.
Y no tentarse con ella,
no malograrle la esperanza.
(de Cabeza, tronco y extremidades)
No dejes de escribir
En la última carta me decía
No te arborices. Eso me decía,
No te disperses.
Enfila los soldaditos de tu factoría
en dirección del mar
hasta la boca de la ballena habladora.
No te distraigas me decía,
no te salgas de la inquietud, eso me decía,
no te apartes del cuenco
donde se cocinan las perlas del mago
y la voz de tu amada.
No te duermas me decía
la que da en la frente de la sagrada palabra.
N o abandones la marcha
la del felino que marca la cadencia.
Resulta tan escaso
el aire que resta en los pulmones…
Eso me decía.
El día la vida recién comienza.
También la muerte la noche.
Vecina
No hay no hubo barco de tristeza
que no se detuviera en sus ojos.
No hay no hubo látigo de zozobra
que no me buscara la boca.
No hay no hubo naufragio
que no le arrastrara los días.
No hay no hubo tormento
que no diera con mis huesos.
Demasiado para una y otra humanidad.
Pared por medio
respira un invierno sin tregua.
La misma araña del insomnio pared por medio
la misma soledad.
Arañas
Digo. No digo.
Cuento. No cuento.
Lentas florecen las rosas negras.
Lentas brotaron para verse más tenebrosas aún.
Terrores del cielo adornan la pared.
Digo. No digo.
Cuento. No cuento.
Es visión. Criaturas del delirio no.
Sí, tenazas de oscuridad
Sí, del miedo más remoto.
Alguien debe ver lo que veo, decir
que mi palabra es cierta.
Se desplaza el ballet de las asustadoras.
La coreografía desoladora
sube y baja.
No sé. Todo resulta tan confuso.
Por qué esta mujer acaricia mis manos?
Por qué el hombre de blanco me mira?
(de Bajo continuo)
(*)Marcos Silber nació en Buenos Aires en 1934. Ha publicado dieciocho libros y participado en antologías nacionales y extranjeras.
Autor de la versión argentina de Raíces (teatro), de A. Wesker, editada por Nueva Visión. Invitado a los festivales de poesía de Medellín y Bogotá(Colombia) y Cajamarca (Perú) Y Caracas (Venezuela). Monte Ávila de Venezuela editó en 2010 Convocados, selección de poemas de su obra. Faja de Honor de la SADE 1968. Primer Premio Municipal 1998-1999 (poesía). Primer premio en Mérida, España. Finalista en el Certamen Casa de las Américas, Cuba, con su libro “Thrillers”. Primer y Segundo premios en el certamen Nacional de la Asociación Argentina por los Derechos Humanos. Primer Premio Casa de la Amistad Argentino-Cubana. Primer Premio publicación en el concurso de la editorial “La Luna Que”. Premio 1999 y 2000 en el Certamen de Prosa Breve del programa Contextos, Radio Cultura. Miembro de la Sociedad de los Poetas Vivos.
domingo, 24 de julio de 2011
MARIANA MIRANDA (*) POETA INVITADA

Henri Matisse
POETAS DE ROSARIO XIX
Ausentes
El traquetear seco del helicóptero
me dijo
que mi momento había llegado
En la anestesia sordomuda de la previa
entendí
que la vida es algo tan frágil
tan valioso
Confundí
los recuerdos vehementes de mi niñez
con las presencias de tus voces
amada mía
con el perfume de tu piel
con el anhelo de tu cuerpo desnudo
Y me vi
cayendo desde los cielos del Río de la Plata
maniatado
torturado
malherido
quebrado
suplicante
anestesiado
Y te vi
riendo tu risa
de alegría fresca
de alegría limpia
de alegría tierna
Y te vi
riendo mi risa
amada mía
riéndote por lo que no nos pudimos reír
por lo que nunca pudimos hacer
por lo que nunca pudimos vivir
por lo que no fuimos
Como una risa absurda creciendo en el aire
enredándose hasta los tuétanos
del traquetear seco del helicóptero
de donde me tiran
los hombres de verde
que también me gritan
que también se ríen
que también vomitan
Odio
desafiando la Memoria
de la Historia general
Final
Cenizas
de un incendio
desparramó el viento
Lágrimas
de un entierro
lloró el aire seco
Cristales quebrados
soñaron
con un vientre de hielo
La sangre de los humanos
se mezcla con el infierno
de la peste
Y el sol se quema
en un cielo plano
donde todo miente
Es un espejismo
el lago de estaño
en donde el cisne muere
Y los bosques lloran
el rocío de la guerra
Y los pájaros cantan
la canción de la miseria
Y una lágrima se calla
detrás de la carcajada hueca
El fuego purifica
la faz de la tierra
Sólo cenizas quedan
Vuelan
Tan sólo vuelan
Raya
Y había una raya azul
Que dibujaba pájaros
en el cielo
Que transformaba palabras
en el silencio
Que quemaba soles
dentro del hielo
Que encendía los bemoles
de esta guitarra que siento
Y había una raya azul
que se pintaba los colores
de los barcos
Que rejuntaba las maderas
del naufragio
de nosotros
Que destrozaba fronteras
sin espanto
Que atravesaba trincheras
besando santos
Ruta
Abismos de hielo
susurran los pétalos
de los ángeles
Lágrimas del infierno
lloran los diablos
en tu equipaje
Y vos
Viajante de viajantes
Empezás
Otra vez
Otra ruta de agua
Poema Nº 18
Lágrimas
como estrellas
caían en la plaza
Cálidas
como las huellas
de algunos fantasmas
Una esperanza hecha añicos
quedaba
reclamando al infinito
la devolución de su alma
(*)Mariana Miranda nació en Rosario, el 5 de mayo de 1966. Es psicóloga clínica y forense. Ha publicado: “22 Canciones para a(r)mar y otros versos”, Ed. Keynes, Rosario, 1994, “Muertita y otros cuentos”, Ed. Del Dock, Bs. As., 2008, “Gil, Santo argentino”, Ed. Del Dock, Bs. As., 2009 y “Bagualas para mi tierra”, Ed. U.N.R., 2010. Ha obtenido premios publicación y menciones de honor en concursos literarios nacionales, internacionales y locales. Dicta talleres de lectoescritura en Rosario.